Nos encontramos en tiempos en los apreciamos lo retro en una tendencia hacia lo vintage, donde se valora la recuperación de objetos viejos que no llegan a ser antigüedades. Qué mejor momento para poner de moda y rendir homenaje al Rastro, uno de los mercados ambulantes más emblemáticos del mundo. Una buena propuesta para el domingo por la mañana. Pasen y vean.
Editorial Destino, 2018 - ISBN 9788423354412 - 23,65 € |
Acudir asiduamente al rastro es una actividad llena de vida, reciclando, dando una segunda oportunidad a las cosas antes de que los objetos terminen definitivamente en el vertedero. Andrés Trapiello no se considera a sí mismo coleccionista ni fetichista pero todos tenemos nuestros gustos, hobbies o manías que para algunos consiste en tener que pasarse todos los domingos por el barrio de Lavapiés.
Lo que se vende en el Rastro no son cosas totalmente desechables también se encuentran antigüedades y cosas viejas, ese plato de porcelana de Talavera que sirvió de vajilla pasa a ser un objeto decorativo de exposición o adorno, pues lo que a uno ya no le vale a otro puede serle muy útil. Rastreando entre la basura se dice que podemos radiografiar y conocer a sus "desechadores", entender sus vidas a través de sus objetos que son también los recuerdos de una sociedad y una época. Los arqueólogos extraen información veraz del vertedero superior a la que muestran unas edificaciones de apariencia que ocultan la realidad social.
Un repaso a más de cuarenta años de historia de Madrid, su tradición y su cultura, que nos dará a conocer mucho mejor la ciudad, visitando su Rastro.
Libro con fotografías emblemáticas como la del vendedor de lotería sin piernas donde el cineasta Carlos Saura guillotina al militar que intimida al tullido. Una escena para el neorrealismo español que captó el cineasta en dos sesiones mientras rodaba la película Los golfos (1959). Una serie de instantáneas que fueron reutilizadas para un libro de Ramón Gómez de la Serna.
La prohibición al juego se salta la veda en el Rastro. Trileros 1977. Eduador Dea |
El Rastro fue un escaparate en un momento hacia la democracia, hereda una transición de miseria desde la posguerra. Un lugar que ya visitaran personajes de ficción, como la desilusión que se llevó Antoñita la fantástica al pasear con la abuela una mañana de domingo; y que ahora se centra en la visión personal y la memoria de Andrés Trapiello.
En una primera parte del libro se abordan cuestiones teóricas de la historia del Rastro, desde sus inicios, la historia de sus calles, de sus edificios. Rastro creíamos que era por la huella, lo que queda; o del rastreo y la búsqueda. Según precisa Trapiello proviene del reguero de sangre que surcaba por las calles después del sacrificio de la res pues nos encontramos junto al antiguo matadero de la Capital.
La popular revista Estampa acude al Rastro de Madrid a principios de los 30 |
Entre los consejos prácticos, según Trapiello, hay que acudir al Rastro sin desayunar "para que andemos más despiertos", sin asearse para no desentonar con el ambiente, eso quedará para la vuelta; y en compañía de un buen amigo -el autor suele juntarse con Juan Manuel Bonet-, porque así tienes otro criterio, otro punto de vista, y para no perderse detalle de algo se le puede escapar a uno entre tal volumen de cosas.
Una segunda parte con las
formas de actuar, el regateo, los alardes y el resto de leyes que rigen la mecánica del mismo, porque “en el Rastro hay leyes, pero es muy difícil aplicarlas, porque hay tantas como objetos y excepciones”. Si te pesa no haber comprado algo es lo normal, no se puede comprar todo y siempre sucede. Como le dice el sabio comerciante al autor, en una transacción siempre pierde el vendedor porque se deshace de un producto a un precio muy razonable para que el comprador se vaya contento y que no se pierda una transacción. La prueba es que los mismos vendedores siguen ejerciendo su oficio sin ostentación.
La tercera sección, la de la ‘Práctica’ del Rastro, el “rastrismo”, fruto de sus vivencias, viene toda llena de anécdotas y curiosidades, es la sección de los recuerdos y los amigos que podrían añadirse a una “Guía sentimental del Rastro”.
Una cuarta parte de iluminaciones del rastro en donde el autor recoge muchos fragmentos inéditos o escritos ex profeso para el libro, que ha recopilado de sus diarios -reunidos en los volúmenes que conforman el Salón de pasos perdidos-, y también sacados de entre todos los artículos y prólogos que ha escrito.
La banda sonora del Rastro la puso Patxi Andion a mediados de los 70, momentos antes de que el autor del libro vino a Madrid y pudiera visitarlo con asiduidad.
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