AUTOBIOGRAFÍA DE UNA CORRESPONSAL DE GUERRA
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ISBN: 9788403595323 |
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Dedicado por la autora en el momento de su publicación |
Christine Spengler es un reconocida reportera de guerra que se posiciona desde el punto de vista de las víctimas que sobreviven.
En Vietnam los soldados la llamaban Moonface, cara de luna, mientras que en Oriente era la sawda, la mujer de negro, ya que iba siempre tapada y vestida de negro por respeto a los muertos. Bajo el chador o el burka, Christine Spengler ocultaba su Nikon analógica que la ha acompañado toda su vida.
“Soy consciente de que la mujer reportera es muy útil porque tiene abiertas muchas puertas en mundos muy cerrados, como por ejemplo el mundo árabe o en países como Irán o Afganistán… cómo, si no, hubiese podido entrar en el hospital de mujeres afganas que entré en Kabul o en tantos lugares donde escondí mi cámara debajo de la ropa…”
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Belfast, 1972 |
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Londonderry, Irlanda del Norte 1972 |
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Autorretrato. Regreso de Kabul, 1984 |
Marcada desde su infancia por la separación de sus padres se vino a vivir con sus tíos a Madrid a los ocho años, en 1955: "...llego a un país desconocido... y me veo sumida en el negro y en el rojo, que eran los únicos colores de la España de entonces. Recuerdo que me daban mucho miedo las gafas negras de Franco en el noticiario... Y todas esas mujeres del barrio de Salamanca vestidas de negro, con mantillas y zapatos de charol. Y luego descubrí el otro color de España, porque mi tío era muy aficionado a los toros y me llevaba todos los domingos a las corridas... Descubrí el rojo de la sangre."
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Instantes después del bombardeo de Phnom Penh, 1974 |
El encuentro con una cámara Nikon en el Chad, que le determinó a ser fotógrafa en un mundo violento, y el suicidio de su hermano Éric, la marcará toda su vida y, desde entonces, ha sido un recorrido pasional entre luces y sombras, un viaje por las rutas de la guerra en busca de la felicidad imposible.
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Niño llorando a la tumba de su padre, Camboya 1974 |
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Éric, hermano de Christine |
"...a los dos días de la muerte de Éric, y aunque estaba sumida en el dolor, ya comprendí que había una diferencia entre un suicidio, que es un acto de lujo, y el niño de Phnom Penh al que fotografié llorando desesperado cuando acababan de matar a su padre. Ese niño quería vivir, por supuesto; como todos los niños a los que fotografié en todas las guerras y que, ahora me doy cuenta, eran sustitutivos de Éric para mí... Pues bien, todos ellos estaban atravesando situaciones atroces, pero querían vivir. Entonces, cuando me di cuenta de eso, decidí fríamente que mi duelo personal se iba a convertir en un duelo universal, que iba a hacer algo con ello. Y toda esa familiaridad, toda esa complicidad que tengo con la muerte la puse al servicio de mi oficio. Y esa complicidad la sigo teniendo, porque el tema de mi trabajo es el duelo del mundo. La muerte de Éric me hizo una especie de viuda y hermana de todas las viudas de la guerra. Yo estaba en Saigón cuando Éric murió; y al recibir el telegrama corrí al hotel y me puse la ropa negra que tenía. Y a partir de entonces vestí siempre de negro durante 15 años. Nunca llevaba maquillaje, ni joyas; usaba el pelo corto, a lo Juana de Arco... Es Philippe, mi pareja, quien me hizo cambiar todo esto cuando nos conocimos". (Declaraciones de Christine Spengler, El País el 2-9-2001)
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Despedida de los soldados americanos Vietnam 30 de abril de 1973
Hizo su primera fotografía a los rebeldes tubus del Tibestí, que le supusieron 23 días de cárcel. Viajó por todo el mundo, Vietnam, Bangladesh, el Yemen, Nicaragua, Afganistán... y sus instantáneas han ocupado las portadas de los medios más importantes.
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Frente Polisario, Sáhara Occidental 1976 |
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Guardianas de la revolución islámica, Teherán 1979 |
Fotos como reportera de guerra en los conflictos más dramáticos que han dado la vuelta al mundo y que fueron portada de las grandes revistas internacionales como Life, París Match, Time o Newsweek. Ha dado testimonio de la muerte y del horror en Camboya, Vietnam, Irlanda del Norte, el Líbano, Nicaragua, el Salvador o Irán.
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Cementerio de los Martires. Irán, 1979 |
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Pepete |
"Son fotomontajes oníricos, barrocos y coloreados realizados a cada regreso de mis reportajes de guerra para exorcizar el dolor de la guerra. De la misma manera que en la guerra hay que ser riguroso y yo elegía el blanco y negro para huir del sensacionalismo, estas visiones no sólo las he soñado sino que he dado también rienda suelta a mi fantasía e imaginación. Están hechos con la misma cámara analógica que utilizo en la guerra, mi Nikon. Nada de ordenador ni de retoques. Y todas las fotos están tomadas con la luz natural que caía sobre mi balcón de la calle Válgame Dios (cuando estuve viviendo en la misma casa en la que había vivido el torero Manolete, en pleno barrio de Chueca, en Madrid) o la luz que caía en los diferentes balcones de los distintos lugares en los que he vivido y he realizado esas fotos, como Marruecos o Argelia. Las que están hechas en España son un homenaje a Madrid. Están muy inspiradas en Dalí o en El Bosco, mientras que en la guerra el maestro fue Goya. Y mi inspiración para realizar el libro sobre toreros, Velázquez. Cuando yo iba a las guerras como reportera, pensaba en Goya. Al principio yo no sabía ni quiénes eran Robert Capa ni Don McCullin… me inspiraba Goya, absolutamente".
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Cementerio de mineros, Bolivia 1980 |
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Philippe, su compañero Encuentro, París 1988 |
“En estas fotografías siempre coloco al personaje en el centro sin querer y rodeado de objetos de recuerdo y flores, como he visto hacer a las mujeres en los cementerios de los mártires de Irán o en Méjico y Bolivia… podrían llamarse relicarios”
Recordando las mujeres iraníes que siempre ponen la foto del ser querido rodeado de pétalos de rosas y de incienso.
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Hospital de Kabul madona afgana 1998 |
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