LOS NIÑOS FRENTE A LA TELEVISIÓN
Prácticas y mediación familiar
Editorial Universitas
Madrid, 2011. 1º edic.
2016, 2ª edic.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
332 pp. 17 x 24 cm.
Colección Cum Laude.
ISBN 9788479913465
P.V.P. 25,00 €
Puede consultar disponibilidad en el correo:
Las inquietudes sobre los hábitos televisivos de la infancia de padres, educadores e investigadores giran alrededor de los posibles efectos que puedan ocasionar determinados contenidos en sus personas principalmente por la potencialidad del medio como factor de cambio, como fuente de influencia sobre la percepción de la realidad o en la adopción de valores y pautas de conducta. Es cierto que no se puede subestimar el poder de la televisión como medio hegemónico en los hogares españoles, principalmente por su fuerza a la hora de representar sentidos y significaciones y por la perseverancia en la difusión de sus mensajes a los que las familias, y especialmente los niños, se exponen de forma habitual y constante. Aún así, de forma paralela a esta realidad ya constatada, se sitúa la capacidad de las audiencias, incluidas las infantiles, de superar y trascender la fuerza de las representaciones simbólicas e imponerse a las tendencias ideológicas preservadas por el medio.
Las audiencias infantiles son receptores activos capaces de integrar en su propia lógica y experiencia los contenidos televisivos, por lo que sus efectos están condicionados por multitud de factores. La televisión no actúa en el vacío, sino en un marco de interrelaciones del niño con otros agentes de mediaciones que hacen de filtro frente a la televisión. No se puede obviar la complejidad de las redes relacionales del amplio contexto socio-cultural en los que los niños se desenvuelven en su vida cotidiana y en el que la televisión es un actor más. Precisamente la familia, como entorno natural y más cercano al propio niño en el que éste establece sus relaciones con el medio, es la institución que tiene la responsabilidad moral de mediar adecuadamente entre el medio y los hijos y de dotarles de los recursos necesarios para negociar con sus significados. El gran reto de los padres se sitúa en asegurar un entorno comunicativo enriquecedor, favoreciendo en los hogares las condiciones físicas –número y lugar que ocupan las televisiones- e intelectuales competencias para interactuar con los mensajes- necesarias para contrarrestar la indiscutible fuerza socializadora de la pantalla más tradicional. En definitiva: ¿Influye la televisión en el desarrollo de nuestros hijos? La respuesta es sí, como un agente más de mediaciones con los que nuestros hijos interactúan, pero ¿en qué grado y de qué forma?, pues según las condiciones en las que nuestros hijos se enfrenten al visionado de productos audiovisuales ya sean nocivos o lucrativos.
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