miércoles, 4 de marzo de 2015

CRÓNICA DE LA ALDEA PERDIDA, de Jon Juaristi




Jon Juaristi (Bilbao, 1951)



TRILOGIA DEL PAIS VASCO:


  1. El bucle melancólico 
  2. Sacra Némesis 
  3. El chimbo expiatorio 






                  El bucle melancólico, Premio Espasa 1997, el autor aborda el análisis del nacionalismo vasco desde sus orígenes. El análisis de la leyenda, el rumor y los mitos a la luz de la historia, en su sentido más riguroso. A través de un recorrido por las biografias y los microcosmos culturales de las figuras más descollantes en la genealogía del nacionalismo vasco, a partir del concepto psicológico de melancolía.


Sacra Némesis, culminación de la primera para contar la historia del nacionalismo, trata las raíces religiosas del terrorismo etarra. Explica el funcionamiento de la imaginación abertzale y describe el proceso de transferencia de sacralidad, entre el catolicismo popular y la religión de la patria, que dio lugar a la aparición del nacionalismo revolucionario. A partir de los protagonistas de la reconstrucción del movimiento abertzale entre 1968 y el Acuerdo de Estella: Los perfiles de Javier Echevarrieta, José Miguel Beñarán Ordeñana "Argala", Emilio López Adán "Beltza", Joxe Azurmendi...



               El chimbo expiatorio (la invención de la tradición bilbaina, 1876-1939), , a través de la literatura de la época, describe el trasfondo de fenómenos como la quiebra de la tradición liberal y el surgimiento del nacionalismo vasco. Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864 - Salamanca,1936), fue uno de los responsables de la aparición del nacionalismo vasco como "inventor del mito de Bilbao como ciudad liberal e insurreccional frente a los sitiadores carlistas, casi tan responsable como Sabino Arana del surgimiento del nacionalismo vasco". Cuestiones ya planteadas en El bucle meláncolico. "Unamuno -segun Juaristi-, inventó una pretendida lengua bilbaína, que no era ni euskera ni castellano, para que la burguesía pudiera diferenciarse del aluvión de inmigrantes que llegaba a fines del XIX... El dialecto bilbaíno creó la posibilidad de una conciencia diferencial de la burguesía vizcaína frente a las oleadas de inmigrantes de Castilla, Extremadura y Galicia que llegaron para trabajar en las minas y en las industrias. Bilbao fue a finales del XIX una ciudad plural, pero no pluralista".








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