sábado, 3 de julio de 2021

LA NAVE DE LOS NECIOS, de SEBASTIAN BRANT. Edición de lujo, en piel.

 CON LA TOTALIDAD DE GRABADOS ORIGINALES

 



Editorial Deloitte, 2017. De la edición de AKAL.

Diseño Estudio Arcadia


Encuadernación artesanal en Aceamar: plena piel curtida, con gofrados en planos y título del lomo.

Impreso en gráficas Brizolis
320 pp., 18 x 30 cm. 

Papel Modigliani Neve de 145 grs.

Traducción de Antonio Regales Serna.

Puede consultar disponibilidad en el correo:  

  

    La nave de los necios (1494) es la obra literaria alemana más importante del siglo XV. Su éxito llegó a crear un género y a influir en Erasmo de Rotterdam y a otros grandes escritores. El autor, Sebastian Brant, nos pinta una nave cargada de necios, locos y pecadores a punto de naufragar. Se trata de toda la sociedad que ha roto amarras con la Edad Media y no encuentra puerto. Con rigor, Brant fustiga a príncipes y lacayos, hombres y mujeres, blasfemos y usureros. Más de un centenar de mecedades, que son en buena medida intemporales. La presente edición es la primera en lengua española de esta obra clásica de la literatura universal pues no se tradujo al castellano hasta finales del siglo XIX y se manejaba la versión en latín. Al igual que la primera edición alemana, ofrece el texto de Brant y las xilografías que lo acompañan, muchas de ellas de Albert Durero, verdaderas obras maestras de arte.

Las notas son aclaratorias de los arcaísmos


  La nave de los necios o La nave de los locos (en el original alemán, Das Narrenschiff; en su traducción latina, Stultifera Navis;​ transcrito en algunas copias como Salvtifera Navis por error) es una obra satírica y moralista publicada en Basilea en 1494 y escrita por el teólogo, jurista -además de escritor y editor-, y humanista conservador de origen alsaciano y de cultura alemana Sebastian Brant (o Brand).

   En 112 cuadros críticos (el número puede variar dependiendo de las ediciones hasta 116) acompañados cada uno de un grabado, en los que Sebastian Brant critica los vicios de su época a partir de la denuncia de distintos tipos de necedad o estupidez. También se ha entendido la obra como una velada crítica a la Iglesia de la época (en latín, navis se refiere también a la nave de un templo, y se conoce a la Iglesia católica como la nave de San Pedro).

Imagen que se usa como portada Akal

   El éxito de la obra fue enorme ya en su época, al menos hasta el siglo XVII. Hubo seis ediciones originales, en alemán del alto Rin. En Estrasburgo catorce, y quince en París. En Alemania hubo hasta nueve ediciones piratas (por ejemplo, La nueva nave del país de los necios, Estrasburgo, 1495, con cinco ediciones). Fue traducida al latín por Jacob Locher en 1497 con el título de Nave Necia, Naves Necias o Stultifera Navis            


   Respecto a las ilustraciones, los grabados que la acompañan han sido reelaborados varias veces, y sus diseños se atribuyen a cuatro o cinco artistas, de los cuales todos menos uno son anónimos. El único identificado es un joven Alberto Durero, a quien se atribuye la mayor parte del trabajo -75 de las 116 imágenes-, y de los restantes autores se ha intentado perfilar la personalidad de dos de ellos, considerándolos Haintz-Nar-Meister y Gnad-Her-Meister.


A modo de refranes aprendemos 

 La imagen de un grupo de locos viajando en barco hacia la tierra de los tontos (o Narragonia, en el original alemán), así como otros elementos del libro de Sebastian Brant, entronca con varias tradiciones de la literatura clásica y medieval, y como se verá, sobrevive hasta nuestros días. Se le relaciona con Jasón y los argonautas y con la literatura didáctica medieval (como el Schildbürgerbuch, o Libro de los papanatas, cuyos personajes son necios y cuya intención es moralizadora). También recoge la tradición de las danzas de la muerte (puesto que en la obra hay danzas de necios, como en los capítulos 1, 61, 62 y 85). Se incluyen en la obra numerosas citas bíblicas como el mandamiento de honrar a los padres y salmos; junto a refranes de la época.


Recordando la actitud de el hijo pródigo
 y la educación a los hijos

  ​En cuanto a los antecedentes personales, es sabido que Brant había publicado durante los años precedentes una serie de hojas volanderas (primero en latín, luego en alemán) en las que se solía incluir una pequeña ilustración, contando sucesos relevantes o noticias curiosas. Dado que Brant aprendió a hablar alemán de manera tardía, estas hojas permiten conocer hoy sus progresos en el aprendizaje de ese idioma, que también anticipan el estilo moralizador y su voluntad didáctica (la combinación entre imagen y texto y la redacción en alemán y no en latín son prueba de que su principal destinatario era el gran público, al igual que La Nave de los Necios).


        

   La estructura se basa en una simple sucesión de cuadros aislados de comentarios en verso (De los cocineros y de los bodegueros, De la intención declarada, Del necio grosero, etc.). La unidad vendría dada entonces por la lengua y la versificación, por la figura del necio como personaje central. Cada uno de los capítulos trata de necios o tontos que podemos encontrar por el mundo: avariciosos. maleducados, blasfemos, bocazas, imprudentes, soberbios, lujuriosos, ávidos de la comida o gula, juerguistas, necios en el matrimonio, caprichosos, entre otros.

   Zeydel,​ entre otros autores, ha visto el viaje a Narragonia como un viaje hacia uno mismo, lo que supondría que Brant habría anticipado una temática moderna de autodescubrimiento del yo. Es importante apreciar que la literatura medieval (así como el propio Brant) no hacía distinciones entre los tipos clásicos de necedad latina (stultus, fatuus, insipiens y demens).

   La secuela más conocida es el Elogio de la locura (1509), del humanista Erasmo de Róterdam -la identidad entre locura y necedad que preside las concepciones de la época-, pero la influencia de Brant llega a François Rabelais quien increpa a papas, monjes, laicos, jueces y burgueses en Gargantúa Pantagruel (1534) o más recientemente al estudio de la necedad formulado en el célebre ensayo del economista italiano Carlo Maria Cipolla titulado Allegro ma non troppo (1973-76). Michel Foucault dedicó a este libro el primer capítulo de su Historia de la locura en la época clásica y lo relacionó con auténticos barcos de dementes que navegaban por los canales de una ciudad a otra.​ El Bosco recreó en un cuadro su propia nave de los locos.

                               

 Pío Baroja escribió en 1925 la novela La nave de los locos, que forma parte de la serie Memorias de un hombre de acción. En ella, tras su Prólogo casi doctrinal y dedicado a defender su teoría literaria novelística de las críticas de José Ortega y Gasset, incluye un primer capítulo con el mismo título de la novela, en el que explica el sentido metafórico de la locura de la humanidad, dando como referencia el poema de Sebastián Brant.


    La interesante por pionera idea, como la cuidada elección de los grabados, tan sencillos y didácticos, no ocultan que la intención de obra fuera formar la moral del gran público. Tanto es así que se constituye como un documento social de las preocupaciones humanas de la baja Edad Media con los vicios y comportamientos que tenemos que vigilarnos. Interpretamos que el problema no es tanto la locura y la necedad se corresponde con la ignorancia y el no querer responsabilizarse en la conducta. El libro podría parecer caduco en parte, sin embargo es tan solo en las cosas que, no todos, tienen superado hoy en día puesto que la moral y los comportamientos siguen vigentes.






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