domingo, 20 de enero de 2019

OPERACIONES ESPECIALES EN LA EDAD DE LA CABALLERÍA


               
   Además de las conocidas batallas campales, los asedios regulares y las maniobras a gran escala, las guerras medievales y de principios de la época moderna también incluían asesinatos, secuestros, traiciones y sabotajes. Estas operaciones encubiertas o especiales se dirigieron principalmente contra personas clave ―principalmente la realeza o los líderes del ejército enemigo―, y contra castillos o lugares estratégicos fortificados, incluidos puentes, molinos y presas. Debido a su naturaleza clandestina, estas acciones de «provocación» no se estudian en detalle. 

ISBN 9788441439030 - 20,95€

                        
           Las batallas de la antigüedad se determinaban, principalmente, por el número de efectivos. Operaciones especiales son las acciones que rompen esta tendencia mediante la sorpresa o el soborno. La pronta victoria constituye un beneficio económico, una merma en las bajas humanas y la reducción del tiempo para alcanzar un propósito. Troya es la crónica más antigua que se conoce del asalto a una fortaleza en una victoria rápida.

           Sitiar un emplazamiento era la manera habitual de derrocar un fortín que se rinde ante la carencia de provisiones. Numancia es buen ejemplo aunque el Imperio romano precisó de mucho tiempo y de un gran número de efectivos para que se "entregaran" los celtíberos. Una ciudad amurallada es, en cierta medida, autosuficiente y se abastece de pozos propios para la subsistencia a la espera de efectivos que vengan en su auxilio. 

               Los manuales clásicos contemplan la traición y argucias en Estratagemas de Frontinus, manual romano muy popular en la Edad Media donde se describe la táctica de simular que leales parezcan traidores para conducir a la trampa a los sitiadores. Vegecio en Epitoma rei militaris advierte de falsas retiradas y seguidamente atacar al bajarse la guardia, una acción recogida en la IliadaManual de guerra de Umar al-Ansari, del S. XIV, considera la traición, que hizo caer fortalezas como Alamut, como una de las más importantes artimañas. Todas estas tácticas fueron puestas en práctica en la caída de la fortaleza de Antioquía en 1098. 
    
Juana de Arco
     Acabar con el líder enemigo puede tratarse de una operación estratégica si se termina con la oposición. Los ejércitos se constituían por clientela o devotio y en la Edad Media continuaron esos vínculos de dependencia y servicio a los señores feudales y al rey.

    Utilizar métodos de lucha "tramposos", no convencionales o encubiertos como el secuestro y envenenamiento, no estaban bien vistos pero fueron malas artes habituales para acceder al poder. Las reliquias para su culto eran símbolo de riqueza y poder para las congregaciones religiosas -Harari menciona a San Marcos de Alejandría en la ciudad de Venecia- desconocemos operaciones especiales para obtener el Grial o la Vera Cruz, quizás por superstición.

        Las fuentes orales y literarias no acreditan la veracidad de estos sucesos en los que el factor sorpresa es la clave del triunfo, como se narra en el cantar de gesta Le charroi de Nîmes de Guillaume de Orange cuando los soldados pasaron escondidos en carromatos entre la mercancía de los comerciantes
                          
             A finales del primer milenio, en la provincia de Burgos se sitúa la historia pasional del cortejo a la Mora en la fuente -que adopta el nombre de la dicha-, mediante el cual los castellanos la sedujeron para que les abriera las puertas del fuerte de Carazo en un día acordado en que se celebraba una fiesta. Al caer la noche los sarracenos se encontraban descuidados, adormecidos y embriagados y la fortaleza fue tomadaSegún Claudio Sánchez Albornoz son poco de fiar las leyendas que transcurren en el periodo árabe. 
          
              Yuval Noah Harari establece que es importante la previsión para no precipitar un triunfo en el que por falta de efectivos no se pueda establecer un retén y se constituya como algo efímero, como les ocurriera a los franceses en Flandes 1187, Egipto 1250 y Aragón 1285. Hay que tener muy en cuenta cuál es el propósito.                          
         Las operaciones especiales son acciones "de película" donde un comando intenta cumplir una misión estratégica en la que se pretende destruir una construcción como puede ser un puente u otra infraestructura imprescindible que dificulte la comunicación y el abastecimiento del enemigo. Harari también considera entre ellas el abordaje de los piratas cuando saqueaban una embarcación.

Meulan 1435. Biblioteca Nacional de París


      Los eschelleurs eran los expertos en escalar muros. En 1435, dos de estos se hicieron pasar por pescadores y embarcaron en el Sena provistos de escaleras que izaron a la almena para tomar la fortaleza de Meulan, acceso estratégico a París. 


Pasando como comerciantes, Chartres 1432.
Biblioteca Nacional de París



    En 1432 prepararon una  treta en Chartres, donde los comerciantes, de sobra conocidos por los guardianes del castillo, entretuvieron a estos en el momento del sermón, pues el cura también se encontraba compinchado, para que pasaran los soldados con las puertas obstruidas mediante caballos sacrificados para la acción.  

            En la conquista de América tienen que hacerse pasar por emisarios tanto Hernán Cortés, para poder encontrarse con el emperador Moctezuma II en México, como al igual, Francisco Pizarro para apresar al inca Atahualpa en Perú, frente a la oposición de una guardia mucho más numerosa. 
      
Francisco Pizarro apresando a Atahualpa en Perú
       
          Después de examinar operaciones especiales desde el siglo XI hasta el XVI, el profesor Harari se centra en analizar con mayor profundidad seis selectas y emocionantes operaciones que fueron el asalto de los cruzados en la traición de Antioquía en 1098; el intento de rescatar al rey Balduino II de la mazmorra de Khartpert en 1123; el asesinato de Conrad de Montferrat en 1192; el intento de asaltar Calais en 1350; la «guerra sucia» emprendida por los gobernantes de Francia y Borgoña en las décadas de 1460 y 1470 y la demolición del molino de Auriol en 1536.


Molino de Auriol en 1900, actualmente en ruinas.
Foto E. Lacour

       El emperador germano optó por invadir la Galia desde los Alpes. Los franceses siguieron la política de tierra quemada, arrasando los molinos para dejar sin harina a las tropas imperiales y les ofrecieron frutos verdes que les produjo disentería. Un molino de la abadía papal de Saint-Victor quedó útil en la Provenza, equidistante a 25 km de las tropas imperiales en Aix y de Marsella, desde donde Blaise de Monluc emprendió el saqueo por la noche. Carlos V reconoció la importancia del desabastecimiento por el molino de Auriol.   
                      

              Harari es medievalista y gran estudioso de la historia militar y publica habitualmente en 
The Journal of Military History. Es un gran analista que ha triunfado con sus obras Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI. Describe los relatos de las operaciones siguiendo las crónicas conocidas y resulta ameno y comprensible para cualquier lector no especializado en el Medievo ni en batallas militares.



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