La demanda de libros ha cambiado durante estos días de encierro de la que podemos considerar como la III Guerra Mundial, la primera bacteriológica del siglo XXI. Con anterioridad se dieron pandemias importantes en la Edad Media cuando en el siglo XIV hubo peste bucólica; y en el siglo XX, la mal bautizada como "Gripe Española del 18", cuando la habían traído a Europa los soldados americanos durante la I Guerra Mundial. En estos días se piden más libros de salud, de testimonios de personas que estuvieron apresados por la Alemania Nazi: Los libros de Viktor Frankl como El hombre en busca de sentido, que nos enseñan a superar los problemas con la ilusión de la vida y cómo de las experiencias malas también somos capaces de sacar lo positivo; Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio del cura anglicano Dietrich Bonhoeffer que dejó su vida al oponerse a Hitler; las memorias de Wladislaw Szpilman en El Pianista del gueto de Varsovia, llevadas al cine.
EL PIANISTA, de Roman Polanski
El alma de una película generalmente
suele ser obra del director. Este es el caso de Roman Polanski que vio en El
pianista el interés en llevar a la gran pantalla sus recuerdos de
infancia a partir de las memorias de Wladyslaw
Szpilman. Unas vivencias donde se muestra el holocausto nazi que Polanski
padeció durante su niñez al ser uno de los supervivientes del bombardeo de
Varsovia y del gueto de Cracovia y que afectó trágicamente a su familia, lo que
veremos en su biofilmografía. Ronald Harwood ha sido el encargado de adaptar el
guión a la gran pantalla, trabajo que fue reconocido con el Óscar de Hollywood.
El Pianista
se ha realizado en régimen de coproducción por lo que el título original de la
película es tanto Le Pianiste, en francés, por ser el socio mayoritario
en participación de la productora R.P. Productions, labor llevada a
cargo por Alain Sarde; junto a la
producción del propio Roman Polanski para la polaca Heritage Films; la
alemana Studio Babelsberg; y la inglesa Runteam Ltd, del
productor Robert Benmussa. Por lo tanto, una película europea que también se ha
distribuido bajo el título original inglés The Pianist. Un esfuerzo
compartido para aumentar el presupuesto y facilitar la distribución de un film
que ya de por sí trata un tema muy universal.
La violación de los derechos humanos ha trascendido para otorgar al
largometraje premios internacionales a la mejor película con la Palma de Oro en
Cannes, el Óscar de Hollywood, el Globo de Oro, el BAFTA, el Cesar, el
Donatello y el Goya en nuestro país. La factura del film es muy completa desde
el punto de vista artístico, como en el diseño de vestuario a cargo de Anna
Sheppard. La caracterización de los personajes se encuentra muy conseguida, principalmente
el papel de Adrien Brody que da vida al pianista Wadyslaw Szpilman y lleva el
peso interpretativo a lo largo de todo el metraje de la película por lo que su
esfuerzo se ha visto recompensado con tantos galardones como kilos se fue
dejando el actor intérprete mientras mostraba la miseria, y las vicisitudes que tuvo que afrontar el protagonizador de los hechos durante
la ocupación alemana. La fría fotografía de Pawel Edelman ha contribuido a dar
ese clima plomizo que infunde el relato y fue valorada con el Premio del Cine
Europeo. El montaje de Herve de Luze facilita que su larga duración de casi dos
horas y media se nos pasen desapercibidas.
El holocausto por su dureza se ha desarrollado como un drama para reflejar el antisemitismo desde la creencia en "la supremacía de la raza aria nazi" que también fue la causa desencadenante de la II Guerra Mundial que se inicia con la invasión de Polonia, patria del director. El 1 de septiembre de 1939 el ejército alemán invade Varsovia. Al judío Wadyslaw Szpilman le sorprende tocando el piano en la emisora de radio. A pesar de sentir los bombardeos que revientan los ventanales y el estudio no quiere interrumpir su melancólica melodía. Rápidamente vemos como el antisemitismo va coartando las libertades a los judíos que no pueden disponer de más de 2.000 zlotys en el bolsillo; tienen prohibido el acceso a lugares públicos como parques, andar por la acera y la entrada a locales; y, además, son apiñados en un gueto que no reúne las mínimas condiciones de salubridad, donde padecen hambre y miseria. La familia Szpilman, al igual que la inmensa mayoría de los judíos polacos, primero es conducida al gueto y después a un campo de concentración nazi. Wadyslaw se salva por mediación de un miembro del servicio de seguridad que le libera cuando se dispone a subir al tren. Los judíos se ven sometidos a vejaciones: eran marcados con brazaletes en el gueto a luego a llevar tatuado un número en los campos de concentración; humillados, cortándolos el paso, reírse de ellos haciéndoles bailar, cantar y pegándoles.
Los judíos fueron sometidos a trabajos forzados para los alemanes.
En la marcha de recogida nocturna donde los judíos se
retiran finalizada la jornada son recriminados por los militares alemanes sin
una explicación aparente. Al ser preguntados Wadyslaw no sabe por qué son
fustigados y ni tan siquiera que sea Navidad. Los alemanes disfrutan pegando a
los judíos mientras se emborrachan. Les obligan a que canten algo alegre y
ellos optan, arriesgadamente, por entonar un tema subversivo: “himno a la
bandera por la liberación de los oprimidos”, mientras, arrojan pistolas por
encima del muro para fomentar la resistencia. Los alemanes se alejan
complacidos por la melodía, sin percatarse del significado de la letra de la
composición.
Por mediación de los clandestinos Wadyslaw
Szpilman traspasa el muro del gueto y vive oculto como topo, sin contacto con
el exterior, y enferma por malnutrición. Gracias a su amiga Dorota recibe, en
secreto, asistencia médica. Wadyslaw se muestra como una persona muy sensible y
no se manifiesta con la radicalidad que adopta su hermano ante las injusticias
a las que están siendo sometidos mientras que él se limita a subsistir y
padecer la trágica realidad que le toca vivir. Dorota representa el amor, una
admiración correspondida que los alemanes truncaron para hacerla imposible ya
desde que se conocieron en la intervención alemana del primer bombardeo de
Varsovia y que no pudieron presentarse durante más tiempo. Cuando Wadyslaw
trabaja forzosamente para los alemanes levantando muros, aunque lo que quisiera
es acercarse a ella no puede abandonar su puesto. Además, la ayuda a los judíos
se castiga con la horca. Dorota no entiende el antisemitismo y apoya la causa
de los judíos contra Hitler, pues ella, sin ser judía ha perdido a su hermano, amigo
de Wadyslaw. Dorota ha rehecho su vida, se ha casado y espera un hijo. En casa
de Dorata, que también es músico, hay un piano y Wadyslaw desliza sus manos
sobre las teclas y siente la música que sonaría pero al igual que se
encuentra privado de las libertades tampoco puede tocar el piano para no
hacer ruido.
En otra situación podemos ver como
Wadyslaw se sentirá agobiado al caerse los cacharros de la cocina. La vecina
polaca al oír ruido en la casa donde Wadyslaw se esconde quiere delatarlo por
judío e intenta apresarle. Está probado que el ser humano se pone de parte del
vencedor para sentirse ganador a la vez que para quitarse problemas. Ocurrió en
la Guerra Civil española cuando todos los que se encontraban en el bando
dominado por los militares sublevados se hicieron falangistas, algo en lo que
reincidiremos cuando hablemos de la xenofobia contra los judíos vivida por los
franceses con la dominación alemana.
Desde la ventana Wadyslaw contempla la
subversión en las calles y la represalia alemana que arrasa las casas de los
rebeldes con lanzallamas. En su deambular por las ruinas de Varsovia va en
busca alimento que llevarse a la boca y encuentra una lata de verduras que no
acierta a abrir. Se sirve para ello de los útiles que se emplean para avivar la
chimenea pero el recipiente se cae y rueda hasta ir a parar a los pies de un
militar de la werhmacht. El oficial le interroga mientras Wadyslaw, sigue
aferrado a su lata y a petición de aquel toca al piano un tema musical que
apela a la conciencia del militar. El capitán alemán cansado de la contienda se
compadece del músico y en lugar de delatar a Szpilman, sin importarle que sea
judío, le proporciona comida, un abrelatas y hasta le cede su capote contra el
frío -deja claro que tiene otro que abriga más-, indumentaria que nuestro
protagonista porta, en 1944, cuando los rusos liberan Varsovia y disparan a
Wadyslaw pensando que es alemán. Una vez alcanzada la normalidad vuelve a tocar
en la emisora de radio e intenta localizar al oficial alemán que medió por él
sin tan siquiera llegar a desvelar su identidad. Paradojas de la vida, el
destino deportó que el oficial Wilm Hosenfeld muriera en un campo de
concentración soviético pagando por las víctimas judías que habían perdido la
vida en campos de exterminio nazi.
Nos encontramos ante el mayor genocidio
humano que de manera indiscriminada atenta contra el derecho a la vida,
conocido como holocausto nazi que tuvo como señas de identidad a la
masacre de judíos en las cámaras de gas de los campos de exterminio y el modus
operandi de disparar con la pistola en la nuca a personas elegidas al azar en
las formación de los pelotones. La persona que no contaba con plenas facultades
físicas era sacrificada de inmediato. Los muñidos, (lisiados) por inutilidad o
por no ser aptos para el trabajo eran asesinados.
Los alemanes atentaron contra la libertad
religiosa y de pensamiento. No se puede discriminar a una persona por
discrepar con ella por sus creencias religiosas o sus ideas. Los xenófobos
aprovecharon el acoso a los judíos, como hace la vecina rubia que le amenaza
con denunciarle. Muchos polacos, al igual que los franceses en la ocupación
alemana, se pusieron de parte de los alemanes, apoyando y sintiéndose
vencedores actuaron restringiendo el acceso de los judíos a los comercios como
cuando quiere ir Wadyslaw con Dora al "pub".
La película está planteada desde el punto de vista del protagonista,
quien desconoce lo que está pasando en el frente y lo que sabe de la contienda
es por noticias de los demás. Wadyslaw pregunta al capitán y por él tendrá
noticia del avance ruso que retira a las fuerzas alemanas de la ocupación de
Polonia. Hablamos del derecho a la información y los alemanes cortaron
de inmediato la emisiones de la radio polaca.
El derecho humano fundamental contra el que atenta la Alemania nazi es
el derecho a la vida. El asesinato generalizado provoca a una
situación de pánico al afrontar los crímenes indiscriminados en los elegidos de
las formaciones. Se mata mediante la privación
a la gente de poder comer y beber, de alimentación básica y la necesidad es tal
que se llega a comer la sopa entre el barro. La comida en situaciones de
necesidad debe administrarse y repartirse. A los muertos no se los recoge de la
calle y a lo sumo les apilan para quemarlos. Sería el derecho a ser enterrado
dignamente cuando en la película vemos muertos en medio de las calles y que ni tan siquiera son retirados.
El maltrato al menor y los
derechos del niño, vigentes desde la Declaración de Ginebra (1924), carecen de contemplaciones en la Alemania
nazi. Al niño que retorna por el túnel cavado por debajo del muro le propician
una brutal paliza incompatible con la vida, tan sólo por haber hecho acopio de
unos pocos víveres. Al niño pequeño en brazos de su madre se le priva de beber
agua. La falta de educación y la visión de la guerra para un niño es traumática
y ningún niño de la película se muestra feliz. No tiene que pensarse en riqueza
o vida ostentosa, pensamos en el niño de La vida es bella, los niños
gitanos que son felices en su cante alrededor de una fogata o los niños
saharauis corriendo y jugando por el desierto.
Cuando se concentra a los judíos en un gueto
o barrio marginal se produce una situación de toque de queda, momento
que se hace el silencio y no se puede salir a la calle. Se prodigan las detenciones
forzadas y Wadyslaw Szpilman está dispuesto a saltar por la ventana y morir
antes que entregarse a la Gestapo, otros optan por administrarse veneno.
La psicosis de las personas ante
una situación de horror y pánico las enloquece, como la señora que busca a su
marido y la madre traumatizada por haber ahogado involuntariamente a su hijo. La película muestra símbolos de la sin razón como esa niña
triste que porta una jaula sin puerta en la que ya no hay pájaro porque se
habrá escapado, lo han liberado o se lo han comido.
La privación de libertad junto a la
obligación de ejercer trabajos forzados llevan a considerar la situación
de los judíos de esclavitud. Como dice Kant, no se puede utilizar a las personas,
puesto que esta es fin en si misma. Se pueden utilizar objetos, pero no se
puede maltratar ni esclavizar a otras personas o servirse de ellas para sus
propios objetivos, puesto que estas también tienen los suyos. Los alemanes
utilizaron a los judíos como mano de obra e incluso hicieron jabón con sus
cuerpos. Kant ya determinó que era un estado impropio para el ser humano "obra
de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de
cualquier otra, siempre como un fin y nunca solamente como un medio".
Entramos en el derecho a la dignidad de la persona, a no ser amancillados, tratados como animales en el gueto y cuando son transportados hacinados en vagones de carga del tren.
Los dos hermanos de Wadyslaw se adhieren a los
suyos pese a que estaban descartados de ser deportados al campo de
concentración. Muestra el derecho a no ser separado de los tuyos, de tu
familia.
Los alemanes no se atenían al derecho a la igualdad y muy por el
contrario eran clasistas, cuentan con privilegios y ocupan en el
tranvía un lugar preferente y mas holgados que los polacos.
Comentario personal.
En situaciones
límite se vive una ética difícil de comprender: ¿pudieron admitir y querer los
alemanes las terroríficas acciones del nazismo? Por otro lado, hubo gente que
se aprovechó de las circunstancias para enriquecerse. El niño judío hace
negocio vendiendo una porción de caramelo mientras que el padre de Wadyslaw
prefiere compartir la golosina entre su familia a la vez que se pregunta de
para qué querrá el dinero. Wadyslaw vende el reloj por comida y el
estraperlista parece aprovecharse, al igual que el comprador del piano que
ofrece una cantidad de dinero irrisoria.
La película no
opta por la vía fácil de escenas espectaculares que hubieran sido viables para
una superproducción y que como coproducción hubiera podido hacerlo y, en su
lugar, se centra en mostrar la soledad existencial que vive el protagonista.
Todo lo observamos desde el punto de vista de Wadyslaw y se contempla desde detrás de la ventana o la puerta y
así vemos a través del balcón la secuencia del señor que es arrojado desde este
en silla de ruedas. Pero, como digo, Polanski no se recrea en los asesinatos
combinando puntos de vista de una cámara subjetiva sino que opta por una visión
mucho más limpia o clásica donde prima la puesta en escena. Prefiere mostrar
una ciudad fantasmagórica que es arrasada y que contemplamos desde el
expresionismo en el que se encuentra nuestro protagonista, que lesionado salta
un muro en busca de víveres para intentar sobrevivir entre los escombros.
Hay muchas cosas sugeridas que no se muestran
en la película, como pueden ser los campos de exterminio donde es enviada la
familia de Wadyslaw y de la que no llegamos a
saber nada, igualmente son desconocidas por nuestro protagonista.
Como conclusión, la xenofobia
es el principio fundamental por el que se produce el antisemitismo. La
actuación de la Alemania nazi con los judíos son, por todo lo que engloba su
calificación, crímenes de lesa humanidad*
* Crimen de lesa humanidad —o contra la humanidad— según el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional todo aquel acto tipificado como asesinato,
exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población,
encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de
normas fundamentales
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