jueves, 1 de agosto de 2024

NO TE VERÉ MORIR, de Antonio Muñoz Molina




 NO TE VERÉ MORIR, 

Antonio Muñoz Molina

Seix Barral, 2023.

Encuadernación: Tapa blanda con solapas.

264 pp.

14,5 x 21,5 cm.

ISBN: 9783822875612


    El titulo de una obra es muy importante y suele decidirse al final cuando lo sugiere el propio trabajo pero, en este caso, a Antonio Muñoz Molina le apareció temprano, algo que marca la creación hacia una dirección, un epígrafe donde se contiene la historia pero sin acabar de revelarla, que debe irse descubriendo con interés, una promesa que no un pegote para el lector y "No te veré morir" lo extrajo de Idea Vilariño hacia su compañero Juan Carlos Oneti, cuando Muñoz Molina buscaba inspiración en la poesía, no tanto en su belleza lírica sino en la narrativa, para el discurrir de diálogos naturales y contar historias.  

 De esta manera, sin puntuación final, la narración de las primeras setenta páginas y el asunto principal de la obra se centra en Gabriel Aristu y su relación pasional con Adriana Zuber, aunque el académico declare que no tuvo ningún propósito se muestra como un fluir oprobioso hacia el encuentro, algo arrebatado, siendo legible, el reencuentro, después de medio siglo, entre un hombre y una mujer que vivieron su primer amor en aquel mayo del 67, cuando Gabriel Aristu elude la triste posguerra y marcha sin mirar atrás a una América deslumbrante camino de la contracultura, donde rehace su vida y, a su vuelta, 47 años después, encuentra una España colonizada y siente todo estancado por igual que en su recuerdo y, así, prosigue el amor entre dos personas adultas que reviven un capítulo inacabado que el autor concluye que su obra refleja la persistencia del amor a lo largo del tiempo.  

 Para el Premio Príncipe de Asturias de las Letras la primera frase, en cualquier libro, encierra mucha relevancia: "Si estoy aquí y hablando contigo, esto ha de ser un sueño"...  La memoria olvida lo que no se quiere recordar o te hace daño pero los sueños no se pueden controlar y le vienen a uno. La importancia de los sueños en los personajes, como construcciones narrativas, revelan la realidad con la fantasía para mostrar el estado de ánimo del personaje. El sueño ayuda a reconstruir el recuerdo.

 La estructura de la obra se inspira en la música de cámara, que se vincula a la novela desde la relación con el padre del protagonista que es un prestigioso crítico musical en el diario ABC, donde no se le reconoce el tiempo que le dedica. No te veré morir utiliza personajes catalizadores para que conozcamos la trama desde el exterior, como si fuera de una manera "objetiva", Julio Máiquez, profesor universitario de arte barroco nos da a conocer la trágica vida del padre de quien hereda la afición de tocar el violonchelo, saliendo a relucir referentes culturales a Manuel de Falla, Pau Casals o el musicólogo Federico Salazar, que reivindican la intelectualidad de la Edad de Plata con el mismísimo García Lorca.  

  Los diálogos emplean frases, expresiones, idioms, anglicismos como cuando un personaje se apunta para buscar si es una question tag "undertaker"... e hispánicas "como el arpa de Bécquer" y "caerse el alma a los pies" que reproducen un habla y maneras de ser y comportarse en un choque de culturas. Quiénes somos y cómo nos ven. Conocemos a Adriana por su manera de actuar, que toca a Gabriel con "la pasión y el deseo de una persona ciega"; y por cómo la describe Fanni, la asistenta. 

 Cada tres o cuatro páginas se suceden escenas que se hilan en compases para progresar en la partitura. Como el salmón que remonta una y otra vez el río para regresar desde el océano al lugar que le vio nacer. Acordes y desacuerdo no solo en el recuerdo sino que se muestra en la presencia y los reproches sobre lo que no hicimos. El tiempo y la distancia al final curarán, según advierte el protagonista. 

 Cuando regresas a un sitio el pasado recae contra uno. El recuerdo y la memoria nos llevan a tiempos distintos en ese escenario. A lo largo de la vida recomponemos nuestro recuerdo de ocasiones desperdiciadas.  

 Nos parece un acierto la escritura sin puntuar para evocar el proceso de la memoria desde el reincidir en el recuerdo de los hechos, como hiciera Marguerite Duras en Hirosima mon amour. En la precisión evocadora de recuerdos del propio escritor se intuyen los fantasmas que reaparecen desde nuestro remordimiento por acciones incumplidas que crean literatura.


Antonio Muñoz Molina nace en Úbeda (Jaén), el 10 de enero de 1956. Escritor y periodista español.
Estudia Historia del Arte en la Universidad de Granada y periodismo en Madrid, y trabaja durante unos años como funcionario municipal. Paralelamente colabora con el diario Ideal y en 1984 publica El Robinsón urbano, libro que recopila sus distintos artículos periodísticos.
En 1986, publica su primera novela Beatus ille, en la que ya aparece la ciudad imaginaria de Mágina, que utilizará en repetidas ocasiones a lo largo de su carrera. Al año siguiente publica El invierno en Lisboa y con ella obtiene el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa. En su obra se aprecia claramente la influencia del cine negro y la novela policíaca, como puede constatarse en Beltenebros (1989). Con esta obra se da a conocer al gran público, especialmente tras la adaptación al cine dirigida por Pilar Miró dos años después.
En 1992, gana de nuevo el Premio Nacional de Literatura, esta vez por El jinete polaco, que le lleva a obtener además el Premio Planeta de 1991. Los misterios de Madrid se edita como novela en 1992, después de haberse publicado inicialmente por capítulos en El País. Otras de sus obras son Nada del otro mundo (1994), Plenilunio (1997, Premio Femina Étranger de Francia y también llevada al cine), En ausencia de Blanca (1999) , la novela corta Carlota Fainberg (1999), Sefarad (2001) Ventanas de Manhattan (2004), El viento de la luna (2006). En 2009 publicó La noche de los tiempos, un monumental trabajo que recrea el hundimiento de la Segunda República Española y el inicio de la guerra civil española a través de las peripecias de un arquitecto llamado Ignacio Abel. Como la sombra que se va (2014), Premio Andalucía de la Crítica. Tus pasos en la escalera (2019) No te veré morir (2023).
Desde 1995 es miembro de la Real Academia Española, en la que ocupa el sillón “u”. Su labor periodística le lleva a obtener en 2003 el Premio González-Ruano y el Premio Mariano de Cavia. En 2004, es nombrado director del Instituto Cervantes de Nueva York, cargo que ocupa durante dos años. Muñoz Molina, además, en 2007 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén como reconocimiento a toda su trayectoria. El 5 de junio de 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras convirtiéndose en el autor más joven en obtenerlo considerando "Ha narrado con hondura y brillantez fragmentos relevantes de la historia de su país, episodios cruciales del mundo contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal".  Además, ha recibido otros premios como el Ícaro, el Crisol o el Euskadi de plata que reconocen su trayectoria a la espera del Cervantes.


Recomendamos la entrada a nuestro blog a otra obra del mismo autor:

 UN ANDAR SOLITARIO 

ENTRE LA GENTE



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