LA CIBELES,
NUESTRA SEÑORA DE MADRID
PREMIO ANTONIO MAURA 1987 DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
NUESTRA SEÑORA DE MADRID
PREMIO ANTONIO MAURA 1987 DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
"Espléndida documentación, formulación rigurosa y entusiasta, exigente metodología y referencia al gran símbolo de Madrid."
ISBN 8478120815 - ISBN 13: 9788478120819 - 255 pp., 25 x 28 cm. - 29.00 € |
Pilar González Serrano,
Ayuntamiento de Madrid / Editorial Castalia.
Aurial y Flores, siglo XIX, Museo Municipal de Madrid |
El diseño de la fuente de La Cibeles es obra del arquitecto Ventura Rodríguez aunque no sería justo ignorar a su predecesor que iniciara el proyecto José de Hermosilla.
La diosa Cibeles es más que un icono para Madrid pues se ha convertido en emblema de la ciudad y adoptada por el club de fútbol del Real Madrid, uno de los más importantes del mundo para ofrecerle sus triunfos coperos junto a la afición. La estatua se encuentra rodeada de símbolos como su amante y elementos vegetales, entre otros.
La gran diosa madre, de la tierra y de la fertilidad, se convirtió en un fetiche al que según los oráculos aparecidos en los Libros Sibilinos Roma debía adorar si quería proseguir con las victorias.
Escultura romana del S. II d.C. Museo Metropolitano de Nueva York |
Kibéle es diosa tracia de la madre tierra, adorada desde el neolítico en Anatolia, en Frigia junto a su amor Atis, y en Pesinunte donde también se adoraba a una piedra negra en representación de la Tierra.
La escultura resulta mitológica y de carácter fantástico al estilo más imaginativo pues la dama es transportada en una carroza impulsada por dos leones que Ovidio dijo la portaban, como el dicho: De Madrid..., al cielo.
Los fieras son dos jóvenes Hipómenes y Atalanta. La ninfa harta de tantas proposiciones de sus pretendientes les retó a una carrera en la que los derrotados morirían. Hipómenes la vence con la ayuda de Afrodita que le proporcionó tres manzanas de oro de su jardín con las que pudo encatusar a Atalanta*, muy superior en la competición como buena cazadora que era. La pareja consumó el amor en el templo consagrado a la diosa Cibeles por lo que esta les convirtió en dos fieras machos para evitar que se enamorasen y que tiraran del carruaje mirando una para cada lado.
En la parte de atrás de la carroza se encuentran dos angelitos divinos que parecen encargados de evacuar el agua sobrante.
* "Manzanas y el castigo eterno por amar...", lo que nos recuerda:
EL MITO DEL ORIGEN A NUESTROS SUFRIMIENTOS
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