martes, 7 de abril de 2020

LA ARQUITECTURA COLONIAL CUBANA



JOAQUIN E. WEISS



   Cuando hablamos de Cuba nos vienen a la cabeza esos cochazos americanos de los años 50 que siguen rodando pese al paso del tiempo y un patrimonio arquitectónico peculiar de estilo colonial de inmensa importancia.



Puede consultar disponibilidad en el correo:  


Editorial Letras Cubanas, 1979

                      



Edición especial en 2 tomos:



TOMO 1º - Siglos XVI - XVII
TOMO 2º - Siglo XVIII

Encuadernados en tapa dura en simil piel con sobrecubierta.

318 + 404 pp., respectivamente





PLANOS Y FOTOS A TODA PAGINA EN B/N. 



 

                                       
Grabado del Mercado (Plaza Vieja) de la ciudad de La Habana, Elías Durnford (1762)



       En 1936 se publicó por primera vez La arquitectura cubana de la época colonial, en la que se trató de cubrir sucintamente esta materia en la forma frecuentemente adoptada en estos casos, o sea, mediante una colección de láminas de las principales construcciones de dicha época precedida de un resumen histórico de las mismas.



Casa del marqués de Villalta, en Baratillo esq. a Jústiz, demolida, grabado de Federico Mialhe
                                                          
    La actual revisión y ampliación de este trabajo primitivo se hizo posible en gran parte por el material que ha visto la luz desde entonces, como la obra de la norteamericana Irene Wright, premiada en concurso por la Academia Nacional de Artes y Letras; sin dejar de destacar otros trabajos de los cuales el autor se valió para enriquecer su obra. La mitad inicial de cada tomo es texto, prácticamente y, la otra parte, se compone de láminas fotográficas a toda página.
                                     
                     

Planta baja, casa de Calvo de la Puerta
Casa de Calvo de la Puerta, 1686


























       El enfoque de este libro es arquitectónico más que arqueológico, es decir, que no se agobia al lector con un análisis demasiado prolijo de los elementos y su probable origen.

                   

Esquema de una población indio-antillana, por Roberto Mateizán, de Cuba pintoresca y sentimental


Introducción histórica

 Antes de la llegada de los colonizadores a Cuba, la experiencia constructiva de la mano de obra indígena se reducía al uso de materiales de origen vegetal poco más o menos en estado natural, como por ejemplo las cubiertas de guano, como popularmente se llama a las hojas de palma, destacándose entre ellas la Palma Real que aparece en el escudo nacional cubano. Evidentemente no es el primer estilo iberoamericano, pero es el primero de la historia al que se le insufla algo del ser americano, de la diversidad y el mestizaje.



El bohío criollo de tabla y guano

      Con la llegada de los españoles, dos expediciones  recorrieron la Isla de Oriente a Occidente entre 1510 y 1515, y fundaron a su paso las villas de Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santa María del Puerto del Príncipe (Camagüey), Santiago de Cuba, Santísima Trinidad, Sancti Spíritus, San Cristóbal de La Habana, y casi inmediatamente, Santa Cruz de La Sabana (Remedios). Contando solo con las instrucciones dadas por la corona a los gobernadores, en estas villas se definía un espacio para una plaza, con la iglesia, el cabildo y las viviendas de las familias más representativas; el resto iba creciendo con calles estrechas y por lo general irregulares


Casa trinitaria, posiblemente del siglo XVII

Arte Mudéjar

 En el siglo XVI llega el arte Mudéjar y evoluciona hasta el siglo XVII junto con la historia del nuevo mundo. Este arte usaba como elementos técnicos muros de cargas reforzados con contrafuertes y pilastras, la fenestración queda resuelta a través de arcos de medio punto, ojival y de herradura o lobulado. Techos a dos aguas sostenidos por alfarjes muchas veces decorados, que apoyan sobre los muros y en este punto rematados por sardinetes. En Cuba se desarrolla más este tipo de solución de cubierta a dos aguas, pues facilita la recolección de las aguas pluviales en los aljibes interiores debido a la carencia de otras fuentes de abasto. Las técnicas constructivas se adaptan a los materiales de la región en cuestión, generalmente la piedra, el barro y la madera.


                                                                                   
Casa en Trinidad, con cuarto alto esquinero 

   En Cuba el Mudéjar asume fachadas más abiertas que en España, balcones volados, cuartos esquineros, grandes portones y ventanas enmarcadas por jambas que inicialmente fueron pintadas en las paredes y posteriormente diseñadas a relieve y con molduras. Se superpone al arco ojival con el de herradura y se conjugan con los de medio punto que sostienen los corredores del patio interior. Se decoran los espacios con profusión de elementos de cerámica en paredes y pisos, las cenefas pasaron de ser pintadas a ser elaboradas con piezas de cerámica vitrificada, mientras que el patio interior se convierte en un oasis de frescura y espiritualidad conjugándose las flores y las plantas con las fuentes, el pozo con su decorado brocal y los bancos donde las señoras hacían tertulias.


                                   
Casa de Malibrán. Trinidad


            Inicialmente se desarrolla el esquema funcional de vivienda de una sola planta con patio interior el que funge como pulmón de la edificación, permitiendo aliviar el rigor del clima. Posteriormente surge el entresuelo y la segunda planta, se mantiene el patio interior pero ahora rodeado de galerías en diferentes niveles. Estos rasgos más la presencia de ingenieros militares y maestros de obra en las construcciones en general, conforman la arquitectura colonial cubana que evoluciona hasta el siglo XIX, asimilando los estilos barroco y neoclásico y aún más, penetra los cimientos del eclecticismo y los estilos modernos del siglo XX.


    Entre las construcciones de este período se citan algunos ejemplos de arquitectura militar, doméstica, religiosa y civil.

1558- 1577 Castillo de la Real Fuerza.

1589-1630 Castillo de Los Tres Reyes del Morro.
1590-1609 Castillo de San Salvador de la Punta.
1674-1797 Construcción de la muralla de la ciudad.
                    
Vista aérea del Morro con sus murallas y el faro que facilita la entrada al puerto
       

Sistema defensivo

 El sistema defensivo se completaría en el siglo XVIII con la construcción de la fortaleza de San Carlos de la Cabaña 1774 y los castillos de Ataré y el Príncipe, así como otras obras de menor envergadura. Las fortificaciones siguieron los dictados de las técnicas militares europeas del momento particularmente en La Habana, desde las medievales hasta las barrocas. Mientras, el modelo que sirvió para las construcciones religiosas y las viviendas urbanas, provenía del sur de España y parte de una tradición mudéjar evolucionada, de fuerte arraigo popular.


                              


Iglesias y viviendas

 En las iglesias, conventos y en numerosas viviendas predominarán las formas cúbicas, las cubiertas de tejas, el uso de la madera en techos, ventanas y balcones y el patio interior, sobre todo en las últimas con colgadizos o galerías. Estas villas y otras pocas, se caracterizarán entonces por las calles estrechas, las viviendas en su mayoría de una planta, con sus techos de tejas rojizas a dos o cuatro aguas, y se distinguen las iglesias por las torres o espadañas.

                             
Convento de Santa Teresa de Jesús, detalle de las arquerías del patio


Estilo barroco

 Ya en el siglo XVIII surge una arquitectura de definido estilo barroco, materializado en todos los programas arquitectónicos con notables exponentes militares, domésticos, civiles y religiosos. La arquitectura barroca colonial cubana significó como también para otras manifestaciones de las artes un amplio dominio de la forma, la exaltación del movimiento y la elaboración del ornamento, todo ello condicionado a las peculiaridades impuestas por los materiales y la mano de obra disponibles en aquella remota época.

                                    
Grabado de la plaza Vieja de la Habana, Hipólito Garnerey, c. 1807

   El escenario en el cual se desarrollaría por excelencia el barroco colonial es la villa de San Cristóbal de La Habana, con sus estrechas calles de ciudad castellana por donde -además del vocerío, los pregones y el toque de campanas- corrían las brisas tropicales, consolidándose el esquematismo volumétrico y de planta, se crece en niveles y el soporte arquitectónico se cubre de una piel con elementos que permiten denominarla barroca. Todo un ejercicio superficial que realza determinadas áreas, contrastado por la violenta luz que es preciso tamizar en los interiores y atemperado por una no más que discreta mano de obra. Predomina el uso de la tradicional mampostería y de una piedra extraída de la plataforma insular, por lo tanto de origen marino, verdadero arrecife, lleno de fósiles y oquedades que hacen imposible su talla a escala reducida.



Casa de San Ignacio nº 360, en la Plaza Vieja
   
   Aunque se prefiere la piedra y la mampostería para las construcciones más relevantes, también se emplea el ladrillo de muy buena factura en muros y aplantillado en molduras, bases, fustes, y capiteles de columnas. Surge el techo plano con cielo raso en los locales principales y aparece la correspondiente azotea con pretil animado con pilarotes, consolas y copas. El sistema constructivo se mantiene de viga y tabla de madera en los entrepisos, pero las vigas ahora son mejor proporcionadas y parejas. En los pavimentos se encuentra la losa de barro, la de mármol y la losa isleña de Canarias, reservada para el tránsito pesado de portales, cocheras, zaguanes, el patio y sus galerías en planta baja. En portales también se utiliza el canto rodado o china pelona.

                                      
Planta baja de la casa del conde de Bayona


   El ardiente y 
húmedo clima, las propiedades de su piedra, la distancia de los centros emisores de arte y la baja calificación de los artesanos confluyen para dar al barroco cubano una expresión peculiar, alejada de los desbordamientos peninsulares. Un ejemplo de ello es la Catedral de La Habana. El patio interior, muy caro a las construcciones de la época, umbroso, fresco, lleno de surtidores y fuentes y rodeado de habitaciones, alcanza su máximo uso y esplendor.

                                   
Patio antes dela restauración de la casa de don Mateo Pedroso
  
                              


Joaquín Emilio Weiss y Sánchez  (1894-1968)

 Estudió en la Universidad Cornell en Ithaca (Nueva York), donde se tituló en 1916.​ Trabajó durante dos años en la firma neoyorquina Walker & Gillete, hasta que regresó a su país, donde revalidó su título en la Universidad de La Habana en 1918. Con Carlos Maruri fundó el estudio Maruri y Weiss, hasta que se estableció en solitario.​ Entre sus obras cabe resaltar la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana (1937), exponente de un racionalismo ecléctico. 
                                

Palacio de los Capitanes Generales

 Profesor de Historia de la Arquitectura en la Universidad de La Habana (1930-1962), escribió 
La arquitectura colonial cubana (1936), primer compendio de arquitectura cubana colonial que da origen a este post
Numerosos ensayos y las monografías:
Medio siglo de arquitectura cubana (1950) 
- El rascacielos 
La arquitectura cubana del siglo XIX (1960) 
Portadas coloniales de La Habana (1963) 
Techos coloniales cubanos (1978)


    Desempeñó los cargos:
Decano de la Facultad de Arquitectura 
- Presidente del Colegio de Arquitectos 
- Miembro de la Academia de Artes y Letras 
- Miembro de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología.
- Colaborador de la Comisión Nacional de Monumentos, creada en 1963 

   Fue el primero en definir las características de la arquitectura colonial cubana, situándola objetivamente en su ámbito histórico-social. Es sin duda un brillante expositor de la Historia de la Arquitectura Cubana, nombrado Profesor de Profesores.








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