Finalizada la IV Feria del Libro del distrito de Vallecas, en Madrid, celebrada a lo largo de estas dos últimas semanas de restricciones en un distrito marcado por los altos porcentajes de positivo en los vecinos por coronavirus con medidas en las que se condiciona la entrada y salida del barrio.
El control en el Puente de Vallecas a la Avenida de la Albufera desde Ciudad de Barcelona y acceso desde M-30 ha sido habitual. La acreditación que concedía la organización de la Feria era el salvaconducto que nos ha permitido el acceso a una actividad cultural aplazada desde abril por la aparición del COVID-19 y el confinamiento total durante ese periodo.
La Feria debió no haberse celebrado y, una vez puesta en marcha, parece milagroso que haya concluido en su pleno desarrollo. Hablamos de un acto cultural muy joven que debe su origen a la época de la alcaldesa Carmena pero que supera los condicionamientos de políticas de un gobierno del Partido Popular que la ha proseguido, dando vía libre a una actividad interesante para un barrio que, como hemos visto, también demanda cultura.
El bulevar de Peña Gorbea, para quien no lo conozca, podría confundirse con una calle de Caracas o cualquier otro lugar de Latinoamérica. El grupo mayoritario de transeúntes y tiendas, donde la rodada por frenada de un coche de servicio privado de transporte, cuyo conductor mulato da marcha atrás por pasarse la tienda de ultramarinos mientras deja, con gran chulería, el carro en medio de la calzada para pedirse una bebida enlatada. Es habitual que las patrullas policiales cacheen, exigiendo la documentación o intervienen ante actitudes impropias provocadas por los ciudadanos ebrios que se encuentran sentados en los bancos del recinto, agentes que nos confirman que, como suponemos, seguimos encontrándonos en España.
Ajenos a estas secuencias de película de suburbios, en una zona acotada por vallas se crea un recinto controlado por parejas de los hombres de negro de la organización que permiten el paso tras haberte desinfectado antes con gel de manos. Cada una de las casetas participantes dispone de gel y guantes por si lo solicitan los clientes. El público visitante de las casetas de libros es totalmente distinto al descrito. Se echa de menos todos los tipos pero especialmente grupos importantes como el de las veteranas mujeres lectoras y a los niños en busca de cuentos, pese a estrenarnos con un Astérix aunque erramos con el equipo de fútbol cuando era evidente que podía ser hincha del local, Rayo Vallecano.
El barrio acoge a estudiantes de fuera de la Comunidad quienes buscan residencias baratas. A los vecinos les ofrecimos nuestra política de libros de bolsillo que han funcionado al partir de mitad de precio y de mayores promociones. Con buena acogida, una clienta aprovechó a llevarse cinco, por ser prácticos y manejables pues ocupan menos espacio en viviendas de pequeño tamaño.
Hemos visto muchos jóvenes que se han dejado tentar por nuestras versiones en cómic del Diario de Ana Frank o la ciencia ficción de 451º Fahrenhait. El genero de autoayuda, mejor la llamaremos crecimiento personal, ha sido nuestro baluarte junto a la intriga de Gómez Jurado que se ha llevado la Palma.
La organización de la Feria ha sido extraordinaria con una clara defensa de la poesía, género minoritario en ventas frente a la novela. Y no digamos el teatro que se nos ha pedido y no supimos ofrecer novedades pese a que a otro joven cliente que había devorado ya la saga Harry Potter le proporcionamos el que es considerado como el nº 8, adaptado a obra de teatro.
Nos ha encantado la programación con mesas redondas sobre la novela policiaca, histórica, poesía, autoedición -a la que se le ha otorgado por primera vez, que conozcamos, una caseta promocional en una feria del Libro-,... homenajes a los grandes Antonio Machado, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, aunque destacando por encima, los centenarios del nacimiento de Miguel Delibes y del fallecimiento de Benito Pérez Galdós que son letras mayores. Lo que no cuadra, salvo por popularidad, es cómo se han traído a las charlas preferentemente a actores y no a escritores, por cierto que muy bien preparadas por el moderador aunque debió preguntar por sus libros favoritos que no se limitaran a sus interpretaciones en Fortunata y Jacinta o Epílogo a Charo López; Gutierrez Caba y Antonio Resines de quien tomamos sus palabras y si en el Tour de Francia no se produjo ningún positivo tampoco en la celebración de este certamen se habrán dado mayores, que los puntos que otorgamos a la organización. Para otros años proponemos se cite a escritores como Lorenzo Silva, Arturo Pérez Reverte y Ryden que son escritores de los géneros citados.
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GRACIAS POR APASIONARTE CON LOS LIBROS