Para José Gutiérrez de la Vega la caza era "el ejercicio más seductor del mundo, el único capaz de cautivar todas las inteligencias y todos los corazones".
Un apasionado interés que a la caza han dedicado los hombres durante todos los tiempos y Diana cazadora fue la musa de los escultores de la Antigüedad. Alfonso X el Sabio dejó escrito que la caza "es el arte e sabiduría de guerrear e de vencer", y el infante don Juan Manuel, que "non ha cosa que más se allegue con las maneras del caballero que ser montero e cazador"
Hay una edición de 6.000 ejemplares o la edición de 100 ejemplares con encuadernación de seda para los colaboradores, en papel de hilo verjurado de Guarro Casas. Estampados con técnicas artesanas.
Los artículos se agrupan en tres grandes apartados:
1.- Cacerías Reales y Fiestas Venatorias de la aristocracia y de la alta burguesía
2.- Caza Mayor y Caza Menor (pelo y pluma).
Albufera de Valencia |
3.- Cocina venatoria española con 25 recetas.
33 láminas con dibujos y figuras color, algunas a toda página, recreadas por Ángel Roncero.
En La Ilustración Venatoria fueron publicadas las mejores muestras que la literatura española ha dedicado a la caza en todos sus siglos. Así en su tomo tercero publica el Libro de la caza del infante Juan Manuel y el Libro de la caza de las aves del canciller Pedro López de Ayala, anunciados como "Las dos obras españolas de cetrería más famosas del siglo XIV, nunca publicada la primera, y a la luz la segunda sin los errores de la Sociedad de Bibliófilos Españoles.
La ilustración Venatoria daba buena cuenta de las cacerías reales, tanto de las que organizaba Isabel II en su destierro francés como las que ofrecía su hijo; Alfonso XIII, en los riquísimos montes en los que se asentaban los palacios del Real Patrimonio.
Cacería de Carlos III en La Granja |
Capítulos frecuentes fueron las monterías organizadas en los predios de la aristocracia y de la burguesía emergente, sin memos precio de las batidas a perdigonazos contra cuanto pelo y pluma se movía en los abiertos campos y libres ríos.
Una sección importante del libro está dedicada a los cotos de caza, entendidos como lugares de privilegio para la conservación y mejora de las especies y no como escenarios de salvajes carnicerías
La caza va entendiéndose de distinta manera a través de los tiempos. Antiguamente era vista como un deporte, metáfora de la preparación para la guerra, hasta un arte lleno de encanto de la lucha y la conquista de la naturaleza que nos provee de alimento. Esa idealización ha ido cambiando en el siglo pasado cuando se empezaron a generar el habitat recreado donde se siembra no para cosechar sino para proporcionar alimento a los animales que se encuentran cercados en un recinto, en pseudolibertad, que es utilizado para que las clases pudientes mantengan y exploten esos cotos de caza. Somos de la opinión de la hija de Rafael Sánchez Ferlosío y Carmen Martín Gaite quién convenció a su padre de que dejara de cazar cuando le dijo que no entendía que mal le podían haber hecho esos animalitos.
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