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Editorial AKAL ,1978. |
MIJAIL KOLTSOV
Mijail Efimovich Koltsov, siguiendo la transliteración estricta al castellano, Mijaíl Yefímovich Koltsov en ruso (Kiev, 12 de junio, 31 de mayo según el calendario juliano vigente en la época, de 1898 - Moscú, 2 de febrero de 1940 o 4 de abril de 1942), nacido como Mijaíl Yefímovich Frídliand, fue un periodista soviético. Se considera el hombre de Stalin en Madrid aunque fue denunciado, sentenciado y ejecutado bajo su mandato.
Koltsov es el periodista más importante que envía la Unión Soviética a la guerra de España, porque es el más leído en su país, por su contacto directo con el Kremlin y por el enorme papel político que desempeñó. Se mueve sin ningún problema por el bando republicano y todos sus compañeros lo tratan como al jefe. Koltsov traza la política propagandística de la URSS en España, colabora con la prensa republicana, expide salvoconductos, se adueña de la censura, interviene en las operaciones militares, etc. Todos los que le trataron coinciden en su indiscutible fidelidad a Stalin y a su política, de la que será su mejor valedor.
Niños levantando trincheras en Madrid |
Koltsov, nacido en 1898, comienza, ya en 1920 a colaborar con Pravda. De su estancia en España nos ha quedado el Diario de la guerra española, testimonio de gran valía a pesar de su carácter tendencioso. Este diario comienza en Moscú el 3 de agosto de 1936, cinco días antes de su llegada a España, que según él mismo es el día 8 de ese mes, y acaba el 6 de noviembre de 1937, día en que parte de nuevo a la capital soviética. Son pues, catorce meses de guerra en los que se moverá por los frentes, actuará en labores de propaganda y enviará puntualmente sus crónicas a Pravda.
Koltsov es, para Alcofar Nassaes, "el enviado personal de Stalin, encargado de enviarle mensajes confidenciales" y, aunque este punto no ha sido aún corroborado documentalmente, sí es cierto que fue un hombre absolutamente leal a la línea del partido y a su secretario general, hasta el final de sus días. En Por quién doblan las campanas es Kárkov y Hemingway dice de él: "procedente de Pravda y en comunicación directa con Stalin, era en aquel momento uno de los tres hombres más importantes de España".
Koltsov es el de gafas, con Juan Ambou en Oviedo |
La función de Koltsov en España se mueve en todos los ámbitos al más alto nivel. Dice Alcofar que "estaba provisto de poderes especiales para intervenir en los asuntos políticos y militares". En lo político, se entrevista con Durruti, Azaña, Largo Caballero, Negrín, etc. y sigue la línea más dura del partido, criticando con la máxima dureza al POUM y a los anarquistas y escondiendo la parte de revolución social que sin duda tuvo lugar, sobre todo en los primeros meses del conflicto.
En lo militar, está en los enfrentamientos de mayor alcance durante el período que estuvo en España, ensalzando sobre todo el asedio del Alcázar y la batalla de Guadalajara. Participa en las Brigadas Internacionales y en su prensa, y crea el mito del general Rojo, que aparece en sus escritos como El Gran Capitán.
Mijail Koltsov en el Alcázar de Toledo |
Periodista y agitador
La principal labor de Mijail Koltsov es la propagandística. Dirigió, de hecho, la Sección de Radio, Prensa y Propaganda del Comisariado Político del Ejército de Centro cuando éste estaba a cargo del comunista Antón; fue cronista de guerra del Quinto Regimiento, y al parecer estuvo al frente, en colaboración con el comunista italiano Pablo Bono, de la editorial Europa-América, que organizaba desde 1931 la distribución en la Península Ibérica y norte de África de películas soviéticas, así como libros, folletos y publicaciones diversas de propaganda comunista, como por ejemplo la revista La URSS en Construcción. Según Amulio, "a partir de su llegada a Barcelona, desde donde envió crónicas repletas de fantasías, su aportación a la propaganda comunista fue extraordinaria. No se limitaba a mandar sus artículos a Pravda, sino que empezó a escribir en Mundo Obrero y en revistas y periódicos que iban surgiendo, convirtiéndose en uno de los propagandistas más eficaces". Koltsov era un hombre de acción y un agitador en la más pura tradición leninista. Él mismo describió sus métodos al corresponsal de Komsomólskaia Pravda, O. Sávich:
"Un periodista soviético ha de ser partícipe de la historia sobre la que escribe. Por eso es un agitador, y un agitador es siempre un pedagogo. Un jefe debe siempre dar ejemplo, y un periodista soviético también".
Asiste e interviene directamente en la organización del Segundo Congreso de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia, Madrid, Barcelona y clausurado en Paris, poco antes de volver a Moscú. En este congreso, el periodista soviético define la labor de los intelectuales del momento y defiende el realismo socialista propio de la Unión Soviética:
"¿Cómo debe reaccionar el escritor al entrar en contacto con la guerra civil en España? Sin duda alguna tienen razón los que opinan que el escritor debe combatir al fascismo con el arma que mejor domina, es decir, con la palabra. (...) Pero hay instantes en que el escritor -me refiero a algunos- se ve obligado a convertirse en protagonista de su obra, cuando no puede confiarse a unos personajes de ficción, aunque los haya inventado él mismo. Sin eso el hilo de su arte se rompe, siente que sus personajes han avanzado, mientras que él se ha quedado rezagado. Pero, indudablemente, los escritores deben participar en la lucha, antes que nada, como escritores".
Koltsov, siempre desde su posición ortodoxa, se relaciona con todos y causa buena impresión incluso entre sus enemigos. Entró en la realidad española y fue un gran observador de la misma:
"Nos encontramos, sin duda alguna, frente a un observador agudo de las vicisitudes políticas, conocedor de los hombres, apasionadamente interesado por la lucha en España, capaz de comprender a los hombres y su valor, al margen de los esquemas rigurosos que, sin embargo, sigue como político".
Ehrenburg pone de relieve la importancia de Koltsov en el periodismo de la URSS:
"La historia del periodismo soviético no conoce nombre más sonoro que el suyo, y su fama fue merecida. Pero aunque elevó la publicística a gran altura y convenció a los lectores de que el folletín o el artículo eran un arte, él mismo no creía en ello".
Arturo Barea cuenta en sus memorias como Koltsov daba órdenes a la censura desde el Comisariado de Guerra, corroborando que las funciones del periodista soviético superaban con mucho las de un simple corresponsal:
"Cada día pedía instrucciones concretas para nuestro trabajo (en la censura) a Valencia y al Comisariado de Guerra; cada vez me contestaban, Rubio Hidalgo que estaba en Madrid en contra de sus órdenes, Koltsov y sus amigos que no le hiciera caso y que eran ellos los que mandaban...".
La leyenda negra de Koltsov
Pero, como todos los enviados por una potencia extranjera con tanto poder sobre el curso de los acontecimientos españoles como la URSS, Koltsov no se escapa de su leyenda negra, parte de la que, aunque no se pueda probar mediante documentos, sea, probablemente, cierta.
"Pero bajo este aspecto se ocultaba un alma despiadada, de lealtad ciega al método, dispuesto a relatar las mayores mentiras y cometer los mayores crímenes en la lucha que le había sido encomendada. Algunos lo consideran directamente responsable del exterminio de los presos de Madrid cuando, con pretexto de un traslado, fueron asesinados en los pueblos de Paracuellos del Jarama y Morata de Tajuña".
El periodista por las trincheras de Madrid |
Una vez más, el proceso se repite. Koltsov es reclamado desde Moscú, hacia donde parte en los primeros días de noviembre de 1937. Allí lo esperaban "Stalin y cuatro de sus más cercanos".
"Las preguntas a Koltsov y sus detalladas respuestas se prolongaron más de tres horas. Por fin, la conversación terminó. Y entonces, me contaba Misha , Stalin comenzó a bromear. Se levantó, se llevó la mano al corazón e hizo una reverencia. -¿Cómo hay que llamarle en español?, ¿Migüel? -Miguel, camarada Stalin, contesté yo. -Bien, Don Miguel. Nosotros, los nobles españoles, le agradecemos de corazón su interesante informe. Hasta luego, Don Miguel, adiós. -Sirvo a la Unión Soviética camarada Stalin. Me dirigí a la puerta, pero entonces de nuevo me llamó y me preguntó de forma extraña: -¿Tiene usted revólver, camarada Koltsov? -Sí, camarada Stalin, contesté sorprendido. -Pero, ¿no piensa suicidarse con él? -Por supuesto que no, aún más sorprendido contesté yo. De ningún modo."
Hace unos años fueron puestos en circulación algunos documentos del archivo personal de Stalin; uno de ellos referente al Caso Koltsov. El periodista Borís Sopélniak comenta este documento, completado con conversaciones del propio periodista con el hermano de Koltsov. Tras la publicación queda claro quién denunció a Mijail Koltsov: Andre Marty, la máxima autoridad de las Brigadas Internacionales, envió una carta personal a Stalin: "Ya he tenido antes, camarada Stalin, que llamar su atención hacia las esferas de la acción de Koltsov, que en absoluto son prerrogativas de un corresponsal, sino que él las ha usurpado arbitrariamente. Su intromisión en los asuntos militares, utilizando su condición de representante de Moscú, ya es por sí sola digna de condena. Pero en estos momentos quisiera llamar su atención a otras circunstancias de mayor gravedad, que espero, también usted, camarada Stalin, juzgue que rayan con el crimen:
1.- Koltsov, junto a su constante compañero de viaje Malraux entró en contacto con la organización trotskista POUM. Si tenemos en cuenta la antigua simpatía de Koltsov por Trotski, estos contactos no son casuales.
2.- La llamada esposa civil de Koltsov, María Osten (Gressgener) es, y de esto no me cabe la menor duda, agente secreto de los servicios de inteligencia alemanes. Estoy convencido de que muchos desaparecieron durante los combates como consecuencia de su trabajo de espía".
Esta denuncia recuerda Por quién doblan las campanas, cuando Kárkov (Koltsov) se enfrenta a Marty: Továrish Marty, dijo Kárkov, voy a averiguar hasta qué punto eres intocable (...) André Marty le miró sin que su rostro expresara más que cólera y disgusto. No tenía en su mente más que Kárkov había hecho algo contra él. Muy bien, por mucho poder que tuviera, Kárkov tendría que estar alerta en adelante.
De este modo se llevó a cabo uno de los famosos procesos de Moscú, que tuvieron lugar en estos años en la Unión Soviética y, que terminó, como solía ocurrir, con la sentencia de muerte de Mijail Koltsov.
Koltsov había escrito tres libros de su Diario cuando quedó interrumpida su actividad literaria en 1938 al ser detenido por las autoridades soviéticas. Es fusilado en 1942 a consecuencia de las purgas de Stalin, sin haber acabado su obra. Los editores de la última edición rusa, de acuerdo con las ideas del autor, recogieron en un cuarto libro las crónicas que Koltsov publicó en el periódico Pravda entre julio y diciembre de 1937. Ésta es la traducción castellana de esta edición. Koltsov, corresponsal extraordinario de Pravda en España, fue testigo ocular de los acontecimientos que narra. Estrechamente ligado a la política contemporánea del partido comunista ruso y periodista fuera de lo común, unió a una gran valentía personal, dotes políticas y militares excepcionales, una innegable profundidad de análisis y una lengua exacta y poética. Su papel en España fue mucho más importante que el que se puede esperar de un simple corresponsal de guerra, y sus actividades le situaron en más de una ocasión en el plano más elevado de la acción política.
Koltsov con Líster, general de brigada |
La pluma de Koltsov arranca los rasgos esenciales de los nombres más significativos del campo republicano: Largo Caballero, Durruti, Álvarez del Vayo, general Rojo, Malraux, García Olíver, Kléber, La Pasionaria, Casares Quiroga, Enrique Líster, Checa, Aguirre, José Díaz, junto a gentes de importancia menos señalada, con frecuencia anónimos: oficiales, soldados, mujeres, niños... Es éste, en definitiva, un documento literario y político de un periodo crucial 1936-1937, que ayuda no sólo a revivirlo sino a comprenderlo.
En la ponencia se puede comprobar que la antigua URSS vendió a España armamento desfasado de la Gran Guerra frente a las últimas innovaciones alemanas que contaba el ejercito franquista.
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