viernes, 29 de enero de 2021

ENIGMAS E INTERPRETACIONES DEL MANUSCRITO VOYNICH

EL MANUSCRITO VOYNICH Y LA BÚSQUEDA DE LOS MUNDOS SUBYACENTES,
MARIO M. PÉREZ RUIZ



Editorial: OCEANO AMBAR
Barcelona, 2003
Idioma: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Páginas: 267 + 8 pp., laminas en pliego aparte con fotos en color.
ISBN: 9788475562162
Ancho: 14 cm x Alto: 21 cm.
Peso: 400 gr
P.V.P. 24,95 €

   El manuscrito hallado en 1912 por el librero neoyorquino Alfred Voynich; conocido como documento Salomón y por "el libro más raro del mundo". Escrito en una lengua de caracteres desconocidos y oscuras ilustraciones que encierran grimorios de origen no terrestre. Científicos que investigaron estas esfinges desaparecieron en extrañas circunstancias. Observaremos mutaciones en plantas sagradas, alucinógenos, alquimia, cábala y un desfile de personajes esotéricos y literarios que tuvieron relación con el texto. Ramon Llull (propuesto aquí como autor), R. Bacon, N. Flamel, Víctor Hugo, John Dee, Paracelso, Isaac Newton, Athanasius Kircher, G. de Nerval, Fausto, G. Bruno, G.A. Bécquer, H.P. Lovecraft, Julio Cortázar....se mezclan en un libro tan ágil como erudito con respecto a los orígenes de la masonería, los secretos del priorato de Sión, el alma, los sueños, el significado de las leyendas y los estados modificados de consciencia en busca de los mundos subyacentes.


 


           Desde que fuera redescubierto hace más de un siglo por Wilfrid M. Voynich, el manuscrito que adquiere su nombre todavía no lo ha podido descifrar nadie.




  El carbono 14 data al manuscrito Voynich entre 1404-1438, aunque la fecha todavía se debate vigorosamente por sus desconcertantes dibujos y un texto sin descifrar. La identificación de plantas como especímenes del Nuevo Mundo traídos a Europa por Colón sugiere que no pudo haber sido escrito antes del "descubrimiento". Sigue siendo a día de hoy el códice más enigmático de todos los tiempos.

   La historia del Voynich parte del siglo XV pero tampoco se conoce mucho más: ¿quién lo escribió? ¿en qué lengua? ¿bajo qué cometido?... 
hasta el gran misterio que queda por descifrar: el poder interpretar su lectura. 

   En 250 páginas de pergamino engloba botánica, recursos astronómicos y un sinfín de glifos. Parece constar de un herbolario donde hasta los dibujos de las plantas son misteriosos, cuando tan solo dos especies de un amplio centenar del herbario que figuran representadas han sido reconocibles. Luego, aparece un tratado de Astronomía, otro de Cosmología, una sección de Biología y otra de Farmacia y recetas alquímico-esotéricas.

   Descrito como un texto mágico o científico, casi todas las páginas contienen dibujos figurativos y técnicos de carácter provincial pero animado, trazados en tinta con vibrantes lavados en varios tonos de verde, marrón, amarillo, azul y rojo.



   Según el tema de los dibujos, el contenido del manuscrito se divide en seis secciones:

 Parte I: 1r-66v. Secciones botánicas que contienen dibujos de ciento trece especies de plantas la inmensa mayoría no identificadas. Se tiene especial cuidado en la representación de las flores, las hojas y los sistemas de raíces de las plantas individuales. Dibujos que acompañan al texto.

 


 Parte II: ff. 67r-73v. Sección astronómica o astrológica que contiene veinticinco diagramas astrales en forma de círculos, concéntricos o con radiación de segmentos, algunos con el sol o la luna en el centro; lleno de estrellas e inscripciones, dibujos astronómicos y astrológicos que incluyen cartas astrales con círculos radiantes, soles y lunas, signos del zodíaco como peces (Piscis), un toro (Tauro) y un arquero (Sagitario), mujeres desnudas que emergen de las tuberías o chimeneas y figuras cortesanas.



  Parte III: ff. 75r-84v. Sección "Biológica" que contiene dibujos de desnudos femeninos en miniatura, la mayoría con abdómenes abultados y caderas exageradas, 
sumergidos o chapoteando en fluidos que interactúan de manera extraña con tubos y cápsulas, interconectados.

   Estos dibujos son los más enigmáticos del manuscrito y se sugiere que representen simbólicamente el proceso de reproducción y el procedimiento por el cuál el alma se une con el cuerpo.
           

 Parte IV: ff. 85r-86v. Esta hoja plegable séxtuple contiene un
elaborado conjunto de nueve medallones, llenos de estrellas y con forma de celda, formas con estructuras fibrosas que unen los círculos. Algunos, con arreglos en forma de pétalos de rayos llenos de estrellas con estructuras que se asemejan a haces de tubos. 


 Parte V: ff. 87r-102v. Sección farmacéutica que contiene dibujos de más de un centenar de especies diferentes de hierbas y raíces medicinales, todas identifican inscripciones. En casi todas las páginas hay dibujos de frascos farmacéuticos, parecidos a jarrones, en rojo, verde y amarillo, o azul y verde. Acompañado por algún texto continuo.                      
   Parte VI: ff. 103r-117v. Texto continuo, con estrellas en el margen interior del anverso y márgenes exteriores del verso. El folio 117v incluye una supuesta "llave" de tres líneas abriendo con una referencia a Roger Bacon en anagrama y cifrado.
             
   El texto completo suma unas 35.000 palabras, sin signos de puntuación y con el  inquietante atractivo de parecer jeroglífico. Muchos folios se encuentran dibujados y varios plegados, donde se representan posibles formas geográficas. Escrito en cursiva humanista y en un lenguaje totalmente desconocido, aparentemente encriptado, que hasta la fecha no ha podido ser descifrado.


   Según la paleógrafa Lisa Fagin Davis, directora de la Academia Medieval de América, con sede en Cambridge se planean tres opciones:

   La primera es que se trate de un galimatías. Hay expertos que creen que el manuscrito carece de sentido, a modo de broma o un engaño. Los últimos estudios lingüísticos apuntan a que de verdad representa un lenguaje natural humano (opuesto a una lengua artificial o inventada, como el klingon de Star Trek o el élfico de los libros de Tolkien). Marcelo Montemurro y Damián Zanette analizaron la frecuencia de las palabras en el manuscrito y la compararon con textos en otros idiomas. El ‘voychinés’ tendría unas 800 palabras principales, que cumplen la ley de Zipf, que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en un texto extenso aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera… Por lo tanto, no parece que sea fruto del azar o del capricho.


  
   La segunda opción es que se trate de un lenguaje escrito que ha sido cifrado. Nick Pelling, un programador británico experto en criptografía, expone: «La oscura belleza del manuscrito Voynich reside en que, al principio, parece fácil de desentrañar, pero conforme vas profundizando en él ves que las letras se organizan en extraños patrones de manera diferente a los modelos que encontramos en los lenguajes normales. En realidad, es como si sus letras tuvieran preferencias sobre dónde ‘quieren’ aparecer: al principio, en mitad o al final de palabras, líneas o páginas… Y el optimismo inicial da paso a la frustración y a la derrota».



   William y Elizebeth Friedman, matrimonio de criptógrafos que participó en la fundación de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, dedicaron sus vidas a descifrar el supuesto código, llegaron a una conclusión que parece correcta: «No es un lenguaje simple. Esto es, aunque consigas obtener el alfabeto y saber qué palabras pone, no vas a poder leerlo. Esta es la gran dificultad que se encuentran los modernos y autoproclamados ‘genios’ que dicen que lo han descifrado. Lo típico es que sus sistemas de traducción funcionen con un puñado de palabras (diez a lo sumo). Sin embargo, cualquier intento de aplicarlo a mayor escala para descifrar un párrafo, una página o ni, mucho menos, el libro completo fracasa miserablemente». Pelling piensa que esto es así porque el Voynich combina al menos tres capas de seguridad: un idioma desconocido, una clave criptográfica y un sistema de abreviaturas o taquigrafía que suprime letras y acorta las palabras.



   En tercer supuesto es que el Voynich sea la transcripción fonética de un lenguaje hablado (y perdido) que no tenía alfabeto. Esto es parecido a la manera en que los lingüistas transcriben lenguajes que nunca fueron escritos por sus hablantes, como los de las tribus indias nativas de América. Si es verdad esto, el Voynich no contendría un conocimiento secreto. Podría ser una manera de registrar unos saberes que se transmitían de manera oral.



   Quizá se trate de un dialecto o una jerga privada, puede que de un gremio de artesanos, y de la que solo ha sobrevivido por escrito este manuscrito.

   Para terminar, una interpretación bastante reciente propuesta por el académico británico Gerard Cheshire, quien afirma que se trata de un libro de referencia terapéutica, compuesto por monjas en una lengua perdida: el latín vulgar, un término genérico empleado para referirse al conjunto de dialectos vernáculos del latín vivo. La variante hablada del latín, frente al clásico, que es el que se mantenía en la literatura y se consideraba lenguaje culto. Aparentemente, el manuscrito fue escrito para María de Castilla, reina de Aragón.



   Según 
Cheshire se hubiera escrito en la isla de Isquia en el siglo XV. Aunque vecina de Nápoles, no era tan visitada como esta, y el idioma que se hablaba en la zona era una mezcla de latín, lenguas romances y prerromance. Por ello, aunque el alfabeto es paralelo al latín, tenía muchas letras y símbolos diferentes. Al parecer, en el texto se habla de remedios medicinales, astrología, crianza, terapias de baño, una erupción volcánica que data de 1444 y la soledad de las mujeres en un lugar donde las únicas presencias masculinas eran el abad y los niños.

   Para Francisco A. Violat Bordonau sería una especie de diario de laboratorio elaborado en Praga en el taller del alquimista Bakalar Hájek, después de 1518, que contiene plantas alquímicas alegóricas, diagramas astrológicos o astronómicos, remedios farmacológicos, basados en hojas y raíces vegetales, así como recetas alquímicas.


   La historia del manuscrito Voynich se encuentra muy cuestionada y con algunas lagunas. El códice perteneció a Rodolfo II de Alemania (Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, 1576-1612), quien lo compró por 600 ducados de oro y creía que era obra de Roger Bacon y se piensa que pudo ser urdido por Edward Kelley para estafar al emperador. Es muy probable que lo adquiriera al astrólogo inglés John Dee (1527-1608), al parecer, propietario de varios manuscritos de Roger Bacon. Además, el hijo de Dee señaló que mientras su padre estaba en Bohemia, hacia 1586, era dueño de "un libro ... que no contenía nada más que jeroglíficos, al que su padre le dedicó mucho tiempo: pero no pude oír que él podría entenderlo". El emperador Rodolfo parece haber dado el manuscrito a Jacobus Horcicky de Tepenecz (m. 1622), un intercambio basado en la inscripción visible solo con luz ultravioleta en el folio 1r que dice: “Jacobi de Tepenecz”. Johannes Marcus Marci de Cronland presentó en 1666 el libro a Athanasius Kircher (1601-1680). En 1912, Wilfrid M. Voynich, bibliófilo y coleccionista polaco, regentaba una librería con su mujer y compró varios libros de saldo del Colegio Jesuita de Frascati, cerca de Roma, entre ellos, el famoso manuscrito al que dio nombre. Emigró a Estados Unidos y lo llevó consigo. A su muerte, lo heredó su viuda, que, a su vez, lo entregó a una empleada de la librería, Anne Nill. Esta lo vendió a un marchante, Hans P. Kraus, que no pudo encontrar comprador y lo legó, en 1969, a la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, donde se conserva.

   


   
La Universidad de Connecticut (Estados Unidos) autorizó
a la editorial burgalesa Siloé para publicar una edición facsimilar íntegra y fiel del manuscrito con tirada de 898 ejemplares, numerados con autentificación ante notario, realizada en 2017.

   Encuadernado artesanalmente en pergamino, formato 16,2 x 23,5 cm y 252 páginas, incluyendo diversos folios desplegables. Acompañado de estuche de conservación.



Vídeo del manuscrito en la edición facsímil publicado por Siloé






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