ROCA SAGRADA DE PEÑA EL MORO, EN GETE (PINILLA DE LOS BARRUECOS, BURGOS) *
Qué interpretaría el hombre prehistórico de un ser que sale desde dentro de la tierra |
Son muy pocos los historiadores españoles que han abordado los misterios que pesan sobre determinadas rocas para que llegaran a convertirse en sagradas desde la Prehistoria. Joaquín Costa en La religión de los celtíberos lo trata de pasada suponemos que incentivado por los resultados de los trabajos arqueológicos de Schulten en los yacimientos de la península como Numancia. La expresión "moro" fue descifrada por Marcelino Menéndez y Pelayo con su importancia del celta mahr, de espíritu. Germán Cabello Aethelman se planteaba cómo podían aparecer tantos antropónimos con el calificativo de moro en Cantabria, donde apenas habían penetrado en la Alta Edad Media. Los estudios más relevantes los dirige el anticuario emérito de la Real Academia de la Historia Martín Almagro Gorbea que ha despertado el espíritu de las piedras en este país para impulsar el sentimiento ancestral de nuestros antepasados.
Sacra saxa de Peña del Moro (41º57´13´´N; 03º17´53´´W) es una roca arenisca orientada Este-Oeste, que adquiere gran protagonismo como vamos a comprobar, no solo por su volumen. Se trata de una mole pareidolia que mide 9,45 m de largo, 2,75 m de ancho y por 3,54 m de alto, que debió impresionar a los antiguos pobladores que transitaban por el valle del río Gete. La conocen en el lugar como Peñalmoro.
Mapa localizador de los yacimientos de peñas sacras en Gete (Burgos) Foto: http://www.pinilladelosbarruecos.es/content/rutas-altares-celticos |
Hoy en día, sin tener que ser geólogos, determinamos un origen a las rocas pero en la mente del hombre prehistórico había fenómenos que le hacían dudar de la procedencia y el sentido de la forma de moles determinadas. Este es el caso de la peña del Moro que por su cara septentrional la debieron considerar como una cabeza que emerge de la tierra, algo que se remonta según Almagro Gorbea al Paleolítico, mediante la identificación por semejanza de la piedra con un ser vivo.
Partimos de que la hidronimia, los sistemas montañosos y por qué no las peñas, también puedan mantener un nombre por tradición desde la Antigüedad. Así, el río Arlanza, la sierra de Neila y peña Carazo, muy próximos a Peñalmoro, poseen topónimos de origen prerromano. Defender que peña el Moro no adquiera el nombre del berebere parecería incongruente en un lugar que se llama precisamente como su río: Gete, del árabe satt, en el sentido de orilla, límite o frontera. La palabra "moro" proviene de las lenguas prerromanas y su raíz es del indoeuropeo mouro, que en latín sería mortus, haciendo alusión al espíritu del muerto.
Por tanto, una peña mágica que se aparta del mundo de los vivos y adquiere propiedades sobrenaturales. Peñalmoro fue sacra como corrobora el culto que se le dio desde el Neolítico. Una treintena de cazoletas que aparecen en la parte oriental, a la derecha de las entalladuras dispuestas para ascender a la cima, donde se hacían las ofrendas a la divinidad, rogando por la abundancia en las cosechas. Las cazoletas eran el lugar de transmisión por donde las ánimas pasaban al Otro Mundo y en ellas se depositaban las ofrendas de sangre, las primicias de la leche y de la cosecha.
Se supone que la peña se utilizó en ritos sacrificiales como lugar donde se quemaba a las víctimas para hacerlas pertenecer a la divinidad. Los asistentes celebraban un banquete en el que la cabeza y las patas, junto a la sangre y las entrañas, solían destinarse a la divinidad de acuerdo con un ritual tradicional explicado a través de mitos como el de Prometeo. En la mitología clásica Ulises ofrece odre de vino viejo a Polifemo después de haber comido carne humana porque no podremos beber hasta no haber saciado a los dioses. Nos encontraríamos ante uno de los pocos templos que consignamos con continuidad desde el Neolítico.
En Gete se ha perdido la tradición oral con el sentido que adquirió la peña del Moro entre su comunidad. Aunque por su nombre y las manifestaciones que observamos podremos clasificarla dentro de las rocas sacras numínicas (numen loci), donde los antiguos identificaron a la divinidad masculina del lugar. De esta manera se nos transmite las creencias religiosas paganas mantenidas hasta la cristianización de la peña, como demuestran tres cruces latinas grabadas ante un rito bien arraigado que perduró pese a la reiterada persistencia que la Iglesia mantuvo contra el culto pétreo:
316. San Martín de Tours destruía las piedras.
426. Teodosio II, menos tajante, tan solo las cristianiza.
514 y 561. Concilios de Braga donde se condenan el culto a las peñas .
633. IV Concilio de Toledo. Se reitera en lo anterior.
681. XII Concilio de Toledo. Se condena a los veneratores lapidum.
693. XVI Concilio de Toledo. Se reitera en la condena a los veneratores lapidum.
702. XVIII Concilio de Toledo. Vuelve a reiterar condena a los veneratores lapidum.
Según una cita que recoge Martín Almagro de Pedro Chalmeta, el territorio estuvo poblado hasta la alta Edad Media por gentes que hay que considerar todavía paganas, probablemente de estirpe celta, que serían descendientes de los antiguos Celtiberi. Las fuentes árabes los denominan ‘Aŷam, un grupo étnico que no hablaba árabe pero que tampoco se incluían entre los infieles o “cristianos”. Nos comunica un hecho que corrobora que el término moro se corresponda con el aborigen e identifiquemos en él a la divinidad local. Con el florecimiento de las iglesias en los poblados y la prohibición manifiesta de la religión cristiana fenecería el culto de Peñalmoro.
Descripción figurativa de los petroglifos y las pinturas
En lo que sería el friso que levanta sobre la oquedad, suponiendo que fuera el pórtico de una fábrica, se representan dos murales. En el de la izquierda hay dos escenas delimitadas con una línea horizontal por debajo de lo que sería la nariz de la cabeza pétrea. En la parte inferior se muestra una lucha entre dos personajes silueteados, aunque solo se aprecia uno que porta lanza en la cisura de lo que es la boca, y se aprecia poco más por haberse borrado la mayoría de los motivos que conocemos mediante fotos antiguas.
La composición principal del conjunto pictórico se localiza a la derecha por encima de la oquedad, donde podemos identificar a personas representadas de manera esquematizada -apreciar que las tres cruces prolongan extensiones en diminutas patitas, pinturas añadidas posteriormente, serían la señal de la cristianización del rito pagano y se incorporan a la composición-, que cercan al menos a tres fieras. Se muestra el acorralamiento a las bestias. Se representa el acceso en lo que serían dos muros creados por líneas paralelas en la parte superior,que consideramos coetáneas a las cruces, y el resto del recinto se muestra limitado por cierres que aprovechan los cambios de plano en el lienzo.
Los motivos se encuentran sobrexpuestos son nuestros |
Los motivos representados no son todos naturalistas y hay figuras antropomorfas que se encuentran recubiertas de musgo, que asemejamos a las mascaras de Carnaval y se superponen a las siluetas, como se puede apreciar en la figura. Además, también aparecen grandes formas anguladas grabadas que no podemos determinar. Se superponen motivos añadidos en distintas épocas por lo que no descartamos el ocultamiento de otras figuras. La complejidad de detalles que manifiestan los chamanes o seres fantásticos, hombres con sombreros y cabalgando, o animales representados con volumen y expresividad nos indican que son contemporáneos. Dependiendo de la luz y del ángulo vamos a contemplar distintas visiones porque el pintor último superpuso los motivos de los animales, como mostramos en fotos del mismo mural cambiando luz y ángulo.
Debemos precisar que el ojo humano no percibirá estas pinturas. Las cámaras fotográficas dispuestas a diferente temperatura de color de la luz van a captar distintas longitudes de onda del color y propicia que se distingan unos dibujos u otros.
Pinturas y petroglifos era habitual que se hicieran el mismo día de la devoción pese a que no encontremos ninguna evidencia clara. Las figuras se han ido añadiendo en distintos periodos y no sería arriesgado apuntar que la escena represente la captura de las reses que iban a sacrificar para la divinidad.
En la cara de poniente hay unos remates que decoran la peña en lo que vendría a parecer un casco de guerrero. Aprovecha la grieta de la roca para crear el contorno de la barbilla y le perfilan los pabellones de las orejas. Lo consideramos un adorno con apariencia defensiva para que parezca una persona desde la lejanía y así, ponerle rostro por ese lado a la peña.
En Puente Vallarena de Carazo, a escasos cinco kilómetros de Peñalmoro, en la inmediación al culto pagano de la Virgen del Sol, se encuentra un yacimiento con representación de petroglifos. Las figuras son esquemáticas y antropomorfas, elaboradas por abrasión mediante golpeo a la roca arenisca, en una escena que se muestra dispersa en una franja horizontal de 80 metros. Los autores de su estudio datan 11 figuras del IV milenio antes de Cristo. El grupo espeleólogo Edelweiss eleva el registro a 26 petroglifos.
Las fiestas celtas
La dificultad de encontrar fuentes obliga a rastrear en la tradición para determinar el origen celta. Los festejos siempre han sido actos sociales importantes porque contribuían a evitar la endogamia y favorecer la interrelación entre las tribus. Los celtas fueron grandes astrónomos y distinguían los equinoccios con celebraciones y sacrificios que realizaban en las peñas erigidas como santuarios. El altar de los Tres tronos en Gete, explica el sentido de su nombre de frontera en lo que sería un medianedo para aproximar a las tribus vecinas de Pelendones de Peñalara, vacceos de Sekobirices (Pinilla Trasmonte) y arévacos de Kolounioku (Clunia), como sus castros próximos más importantes. Gete documenta arqueológicamente estas congregaciones en al menos tres peñas, a parte de la de Peñalmoro.
Desde la víspera del día de Todos los Santos, Shamhain celta, hasta el de Difuntos eran celebrados en el mundo celta. La veneración más importante que hacían era al dios Lug, deidad de los artesanos, el primero de agosto. A primeros de febrero adquiere nuestro mayor interés por ser cuando se veneraban los campos. En tiempos de Carnaval sacan a las plazas de los pueblos lo que por la comarca denominan Vaca Romera, Curra, Quivaca, Rabona..., y que en época celta solía aparecer representado con cuerpos de equino. En la celebración, un mozo se introduce en la estructura de madera que va provista con una cornamenta, simulando a un bóvido, y cubierta con una colcha engalanada por cintas de colores. A primeros de febrero los danzantes de la zona de Hontoria del Pinar bailan dentro de la misma iglesia con palos, espadas y croteras sin que el Obispado de Osma pudiera evitarlo.
Danzas del paloteo representadas en los templos. San Leonardo (Soria) |
La celebración pagana se cristianizó y se corresponde con las fiestas de las Águedas donde la mujer fértil es la protagonista; y las Candelas, de dar luz, celebraciones que perduran por la comarca hasta nuestros días. Se abandona en la Edad Media el culto de Peñalmoro que cambia en el pueblo de Gete por una marcha al Calvario el día de la Cruz de mayo cuando se bendicen los campos. Las tradiciones celtas se encuentran vivas y los jóvenes, en un acto de iniciación, izan el mayo ante su comunidad por gran parte de los pueblos de la Sierra de la Demanda.
Levantamiento del Mayo por los "mozos" en Mamolar (Burgos) |
Nuestra interpretación del yacimiento de Peñalmoro es que su culto se remonta en unos 6.000 años, apareciendo utillaje pétreo en mesa de Carazo, Hacinas y Salas; hasta la desaparición de túmulos en lo que se refiere al Neolítico. Se produjo una ruptura del poblamiento en la comarca por un efecto similar al meteorito que extinguió los dinosaurios, hasta los tiempos celtas con el castro de Peñalara en la Edad del Cobre, desde el 800 a.C., al 300 a.C. de la Edad del Hierro, en que localizamos La Peña y las dos fábricas del altar de los Tres Tronos y el altar de Santelices o de Cuatro Tronos, todos ellos en el término de Gete.
La importancia de las peñas de Gete las convierten en bienes de interés histórico y cultural que podrían encabezar la propuesta para ser consideradas las rocas sacras, donde se incluirían todos los eremitorios que proliferan por el Alto Arlanza, como Patrimonio de la Humanidad. Así, se ayudaría a evitar la profanación de estos lugares como las pintadas que han saboteado los petroglifos de Carazo y la Peña del Moro.
Peñalmoro se localiza en el centro del mapa, a la altura del cartel de la N-234, el rectángulo rojo con una cruz |
Son muchos los lugares denominados "moro" y nos tiene que picar la curiosidad para indagar en la posibilidad de que en nuestra localidad o sitios que conozcamos estemos ante espacios sagrados por indicación de su topónimo y que escondan el "espíritu" de una divinidad. En la proximidad a Peña el Moro se encuentran la Fuente de la Mora, en Carazo, donde se cuenta que la muchacha dio la clave a Fernán González para tomar el castillo de Carazo en el transcurso de una fiesta, mientras todos se encontraran descuidados, ella les abrió las puertas. Sin embargo, la fortaleza de Carazo nunca estuvo bajo dominio árabe, pese a que le llamen los lugareños Castillo de los Moros, basándose en un enterramiento que resulta ser de época romana. Perdura mucha leyenda del romanticismo literario y de la tradición popular. No todo el monte es orégano.
Julio Caro Baroja nos previno que pusiéramos en cuarentena en este país a las cosas alusivas a los moros.
No se pierdan la otra peña que conocemos como templo con espíritu, santuario que mostraremos en el próximo post.
Antonio y Juan Carlos Palacios Gonzalo son cronistas locales, el primero, autor del texto, ha sido reportero de televisión y autor del libro Viaje al condado de Lara, trashumando por la cultura, el segundo, autor de las fotos y el trabajo de campo, ha sido guía turístico y es autor de varios libros, el último: Gete, recientemente publicado. Ambos fuimos colaboradores en la presentación de Alcalá de Henares a la candidatura de Ciudad Patrimonio de la Humanidad con su éxito.
Este estudio es obra de Antonio Palacios Gonzalo y Juan Carlos Palacios Gonzalo, éste último tiene la autoría de todas las fotos de Peñalmoro y del trabajo de campo; las fotos externas son del primero. Todos los derechos se encuentran reservados y si te sirves de algo estás obligado a citar la procedencia de la fuente y si no lo hicieras te abocamos a los malos augurios que caerán sobre tí y tus descendientes con todos los males que pueden conocer los vivos, como así ha rezado entre caballeros en las fuentes medievales y el espíritu de Peñalmoro velará por ello.
*De este artículo se ha publicado un reportaje periodístico en el Diario de Burgos el día 16 de agosto de 2021 a la que podéis acceder a la edición digital pinchándolo.
BIBLIOGRAFÍA:
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Las "peñas sacras" de Gete, (Pinilla de los Barruecos, Burgos): sobre religiosidad céltica en el Alto valle del río Arlanza, Arqueología en el Valle del Duero, Del Paleolítico a la Edad Media, VI Jornadas de Arqueológicas Oporto, 2018, pp. 217-240)
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RUIZ VÉLEZ, I y Mª V. PALACIOS PALACIOS
"Sacra saxa en tierras burgalesas, estado de la cuestión". En Sacra saxa II. Las piedras sagradas de la península ibérica. Actas del II coloquio internacional celebrado en Huesca en 2019. Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2021.
Espléndido artículo, muchas gracias. Un visita cultural imprescindible en la provincia de Burgos
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