Mapa con los dos templos "moros" con espíritu, que conocemos en el Alto Arlanza desde la Prehistoria |
INTRODUCCIÓN
En el anterior post de la Peña del Moro, en Gete (Burgos), vimos como en la mente del hombre prehistórico había fenómenos que le hacían dudar de la procedencia y el sentido de la forma de determinadas rocas. Éste también es el caso de la roca de La Cerca con sus santuarios que llaman Las Iglesias y Cueva de los Moros, en el comunero de Canicosa, Regumiel y Quintanar de la Sierra. En su cara septentrional la debieron considerar como un muerto tendido, que levita sobre su cueva. Martín Almagro Gorbea remonta al Paleolítico la impresión de cómo la pareidolia hizo creer a los hombres que se encontraban ante el espíritu de un ser real. Sirva como detalle, que en la necrópolis próxima de Revenga había una icnita de dinosaurio y el hombre plantó su diminuta mano junto a ella.
Las Iglesias o "Cueva de los Moros", (41°57'22"N 3°01'40"W), al Este del río Torralba, se localizan en una de las rocas sacras en el alto Arlanza. Exteriormente se nos muestran representados los espíritus de sus muertos.
Quintanar de la Sierra hoy. A la derecha se encuentra La Cerca |
La importancia estratégica del lugar se debe a ser control de una vía fluvial establecida de forma natural entre los cauces de los ríos Duero y Arlanza, que fue transitada desde el hombre prehistórico. Los prerromanos levantaron en la Primera Edad del Hierro un castro que se prodiga en el tiempo. Desde Numancia venía por el Alto Duero y Sierra de Urbión, recorriendo el curso alto del Arlanza, lo que se conoce en el lugar como “camino de los Pelendones y de Pasajeros”, que sigue la línea de los antiguos castros de La Cerca, continúa por Bañuelos y la Venta de los Vados en la parte septentrional de El Castillo, en Palacios de la Sierra, accede por Castrillo de la Reina a Salas de los Infantes y prosigue por Castrovido en dirección al castro de Peñalara / Nova Augusta. La incidencia de la romanización y el mundo árabe fue escasa, lo que explica en buena medida el arraigo ancestral en las costumbres de sus gentes.
Plano del castro de la Cerca |
Por encima de la peña se prodiga el terreno acotado que se corresponde con la superficie del castro, de ahí provendría su nombre, que mide más de 153 m de muralla que levantaba entre 2 a 3 m de altura. Su planta se aproxima a un rectángulo orientado NE-SO, cuyos lados miden 260 x 100 m, respectivamente, lo que vienen a ser 3 hectáreas -se corresponde a tres campos de fútbol, valga el símil-. En el ángulo suroeste del castro se encuentra una roca diferenciada de dimensiones de 18 m de largo por 4 m de ancho que es la que da cabida a la cueva de los Moros frente al santuario.
A la desaparición de las razias árabes con Almanzor y sus hijos Abd al-Malik y Abderramán, los serranos de Demanda ocupan una papel relevante en la repoblación y expansión de la trashumancia ganadera, apareciendo en la Crónica de Población de Ávila de Gonzalo de Ayora, a finales del S. XI, donde el profesor Almagro percibe un proceder celta, pues decidieron según los augurios del vuelo de las aves.
Cazoletas neolíticas en el techo, cruz patada visigoda |
Nos encontraríamos ante uno de los pocos templos naturales que se conocen, donde se resguardaron y celebraron ritos de ofrenda, pues en los monumentos megalíticos y dentro de la docena de túmulos colindantes que se encuentran al Norte de la cueva discurrieron las cremaciones.
RITOS PRERROMANOS-CELTAS
El yacimiento de la Cerca cuenta con una particularidad y es que en la parte superior de la roca, en el extremo del lado SO, se localizan cuatro aljibes circulares artificiales, loculi o laciculi, donde se depositaban las ofrendas, particularmente la sangre que corría por la peña en señal de sacrificio a los dioses y que mediante canalillos serpentiformes, el central se comunica con los otros y llega hasta los sepulcros alojados en la cueva. El que se encuentra en el centro mide 70 cm de diámetro N-S y 72 cm en sentido E-O. El otro lóculo se encuentra en el borde sur y mide 98 cm N-S y 120 cm E-O, aunque éste carece de canal de desagüe. De esta manera la peña sirve de mediadora para conectar al hombre entre lo más alto, hacia el cielo, con el interior de la tierra.
Representación de cómo se hacía el sacrificio dirigido por la sacerdotisa pues el druida es particularidad anglosajona Foto: http://www.pinilladelosbarruecos.es/content/rutas-altares-celticos Ilustración José Ramón Almeida |
Las prácticas de libación se mantuvieron a pesar de que la Iglesia arremetió contra esta costumbre ancestral que lo prohibía en el II Concilio de Braga (572). Aún así se siguieron practicando durante la Alta Edad Media al tratarse de un ámbito rural donde primaba la tradición sobre normas impuestas.
En los funerales queda constancia de la práctica de las libaciones para la despedida, en el viaje que emprenden los fallecidos. El sentido del ritual recoge todas sus acepciones, por una parte, libar es tanto derramar como chupar en una pequeña cantidad, por igual que hacen las abejas, en sentido de goteo porque de una chispa se engendra la fuerza; y por otra, en la Antigüedad, libar se nos muestra en los textos como una plegaria destinada a obtener la seguridad mediante la protección en el momento de acometer una empresa peligrosa. Ulises ofrece odre de vino viejo a Polifemo después de haber comido carne humana porque no podremos beber hasta no haber saciado a los dioses, ganando su confianza.
Foto: Javier Hernández. Celtiberia literaria |
En el mundo celta el santuario se establece en torno a un roble sagrado como encarnación de la divinidad, donde se juntaban para tomar las decisiones relevantes, que había que cumplir para no contrariar a Zeus. Las piedras escalonadas conducen a los asientos que pueden encontrarse orientados para determinar los equinoccios y la observación de la astronomía.
Altarcillo con escaleras para subir a un asiento privilegiado |
Vista general desde la peña en lo alto del castro |
Según una cita que recoge Martín Almagro de Pedro Chalmeta, el territorio estuvo poblado hasta la Alta Edad Media por gentes que hay que considerar todavía paganas, probablemente de estirpe celta, que serían descendientes de los antiguos Celtiberi. Las fuentes árabes los denominan ‘Aŷam, un grupo étnico que no hablaba árabe pero que tampoco se incluían entre los infieles o “cristianos”.
Cazoletas neolíticas en el techo, cruz patada visigoda y sepulcro antropomorfo |
Consideramos que en estos rituales de época prerromana se rendían ritos paganos e incineraban a sus muertos. La cueva de los Moros fue un posible centro crematorio por hallarse dentro el espíritu de la divinidad. La costumbre se fue abandonando por nuevas creencias aunque resulta muy probable su continuidad durante el periodo visigodo, donde se mantuvieron ritos que no eran admitidos en los concilios, inclusive, en el periodo en que los árabes dominaban la península y en el eremitismo, hasta finales del siglo IX que es cuando pasan a convertirse al monacato. Los sepulcros son datados después del siglo X, etapa en que se cristianiza con seguridad el templo, dejando de carbonizar la cruz que hay dentro de la cueva. La prueba de que no son fogatas recientes de los pastores está en que el recinto se encuentra ahumado por encima de unos sepulcros impolutos.
Sepultura antropomorfa excavada en la roca, S. XI |
Por el perímetro de la cueva se excavan tres sepulturas, curiosamente de sepulcros antropomorfos, por lo que no dejan lugar a duda, se encuentran orientados de manera opuesta, independientemente de los condicionantes del terreno. Y una de las dos cruces griegas patadas que conserva el santuario, que consideramos cristianizaron los rituales paganos de la cueva, la otra se encuentra en el santuario exterior.
En torno a la cueva se presentan vestigios de la cubierta que se sustenta mediante mechinales para extender una techumbre anexa a la roca. Frente a la cueva, un pilar con un arco de herradura y escaleras formadas en la peña. Las Iglesias de los Moros extiende el culto a la Alta Edad Media, donde se ejerce el rito mozárabe de tradición visigoda. Los mozárabes abandonaron los territorios del califato para rendir culto en las prácticas cristianas.
Apodyterium y nichos infantiles. La "L" para facilitar el trabajo lavatorio |
En el exterior se presentan una docena de sepulturas antropomorfas y olerdolanas, entre las que aparecen tres infantes. El orificio circular o apodyterium servía para el lavatorio de los cuerpos según el ritual del enterramiento, como se observa también en los templos rupestres próximos de Revenga y Cuyacabras.
Necrópolis de Revenga. Sepulturas olerdolanas o bañera. |
Revenga. Cabecera al Oeste para recibir los primeros rayos Todas las sepulturas mantienen la misma orientación |
El profesor Alberto del Castillo, pionero en el estudio de estos yacimientos de origen hispanovisigodo, constató la iluminación con aceite, las libaciones mediante canales serpentiformes, se perfumaba el interior de la cista con bolsas de cuero y se rociaba con sal para la incorruptibilidad y purificación del sepultado, según tenía establecido el Liber Ordinum del siglo X. El difunto, enterrado en posición decúbito supino, descansa a la espera de la resurrección de los muertos. Al son de la trompeta del último día, los difuntos serán llamados ante el tribunal divino que se manifestará desde Oriente.
CONCLUSIONES
El recinto de la peña de la Cerca se ha mantenido como un lugar sagrado al haber sido venerado en su caverna desde el Neolítico. La impronta prerromana se encuentra arraigada debido a que la romanización en estas tierras montañosas fue mínima. Ofrece una continuidad de ritos de raigambre en época visigoda, que no consigue erradicar las prácticas tradicionales que también fueron mantenidas en tiempos de las razias árabes, a los que fue fácil eludir porque tampoco tuvieron gran interés por estas tierras y tan solo plantaron enfrentamientos en lugares sin fortaleza como Tabladillo y Barbadillo.
Las tribus gentilicias del territorio fueron en gran medida ganaderas itinerantes, para el aprovechamiento de los pastos hasta asentarse en poblados, seguramente Revenga y también Villa Godomar (Cuyacabras), topónimos visigodos, todos ellos se beneficiaron de la protección de la fortaleza. Finalizado el peligro árabe en los siglos del tránsito al segundo milenio es cuando sucumbe el monasterio, seguramente familiar a tenor del número reducido de tumbas donde hay de niños. En los albores del milenio los propietarios o fundadores de los monasterios eran instituciones familiares, pues era habitual relegar al celibato a las hijas y a los segundos varones como clérigos, admitiendo casados y colonos por hermanos o fratres y familiares y compañeros consagrados al culto, los gasalianes.
En su final pesa la llegada de pobladores del norte que traen nuevas concepciones religiosas con la llegada del Juicio Final en el apocalíptico año mil, que introduce con enorme éxito el enterramiento en los sepulcros, arrinconando las anteriores creencias y el abandono de la libertad de culto en favor a la apuesta del poder condal y regio que delegan en los grandes cenobios, donde acaban el castillo de Bustar y monasterio de Las Iglesias de los Moros, en La Cerca. Se da la paradoja de que los tres pueblos propietarios de la necrópolis celebran una romería en agradecimiento por la cesión que les hizo el monasterio de Arlanza, olvidándose del tributo de lo que consideramos el origen del territorio. Nos atrevemos a insinuar que La Cerca les dio protección cuando hizo falta y el numen loci no pudo ser otro que el del espíritu de su propio hábitat del monte y su deidad sería local, equivalente al dios de los bosques y señor de los animales salvajes.
El nombre de cueva de los moros no solo lo atribuimos a la tradición popular de los sepulcros que se localizan en el exterior de la cueva.
La importancia de las peñas sagradas las convierten en bienes de interés histórico y cultural que podrían encabezar la propuesta para ser consideradas las rocas sacras, donde se incluirían la veintena de eremitorios que proliferan por el Alto Arlanza, como Patrimonio de la Humanidad. Por las informaciones del profesor Castillo sabemos que un acto bandálico destruyó una inscultura en la necrópolis de Revenga donde se representaba a un hombre a caballo y provisto de un prominente órgano sexual. Así, se ayudaría a evitar la profanación y posibilitar la cesión del legado sagrado de nuestros antepasados a las futuras generaciones.
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