San Pedro Manrique |
Los celtas fueron grandes astrónomos y determinaron el ciclo anual del tiempo según los equinoccios y los solsticios. Destacaron el día más largo o la noche más corta, según gustaba celebrar, y ésta es la noche de san Juan que se encuentra cristianizada en nuestros días el 23 de junio. En la celebración de San Pedro Manrique todavía se pisan las ascuas de las hogueras sin temor a quemarse.
La tradición conduce al amor en pareja y la víspera de San Juan en gran parte de pueblos de España donde los mozos confeccionaban ramos, que acompañaban de dulces, para colocarlos en las puertas, y si se las apañaban los colgaban en la ventana donde dormía su amada. El día más largo del año los mozos limpiaban la fuente y las mozas mondaban la poza. Estos dos rituales del agua y del enramado en el día de san Juan adquirían un carácter sagrado con intenciones preventivas que se considera que trascienden de acciones prerromanas.
Federico Olmeda en Folklore de Burgos recopila para las noches de San Juan a San Pedro lo que denomina choscas,donde mozos y mozas bailan, cantan y se persiguen hasta que son apresados por el otro grupo. Los chicos les danhumo y las chamuscan al fuego, mientras que si son las chicas las que les retienen dan sarna y los lanzan al río, según da a entender el sacerdote lo hacían bastante en serio. Dicha celebración también esrecogida por Txema Hornilla en Sobre mitología femenina del pueblo vasco.
Los romances se transmitieron desde las escuelas y nos hacemos eco del Conde Niño o Conde Olinos en el extracto que les enseñaron:
Madrugaba el conde Olinos,
la mañana de San Juan
va a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe,
él canta un dulce cantar,
Todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
su hija durmiendo está.
Mira, hija, cómo canta
la sirenita del mar.
- No es la sirenita, madre,
lo que usted oye cantar,
que es la voz del conde Olinos,
que por mis amores va.
- Si es la voz del conde Olinos,
yo lo mandaré matar,
- Si le mande matar, madre,
a mí me han de degollar
El murió a la media noche
y ella a los gallos cantar...
El romance bardo ha pervivido gracias a juglares, trovadores, libros de texto y ahora en internet, para que los maestros enseñen a niños, al igual que hicieron con sus padres y abuelos, de todas las generaciones desde la noche de los tiempos, para que entendiéramos que el amor, al igual que este poema, son inmortales y capaces de sobrepasar las dimensiones del mundo terrenal, como lo interpretaban los celtas en el día señalado de «Alban Heruin», solsticio de verano con los augurios a los enamorados y reminiscencias orfeísticas que detienen a animales y personas a escuchar. Para Ramón Menéndez Pidal lleva por título el muy expresivo Amor más poderoso que la muerte.
La creencia en la reencarnación celta propicia que: de ella naciera un rosal blanco, de él nació un espino albar, que la reina muerta de envidia manda cortar y, de ella naciera una garza, de él un fuerte gavilán, juntos vuelan por el cielo, juntos vuelan par a par. Una concepción sobrenatural factible en la cultura celta.
Textos extraídos de nuestra publicación:
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