Liber de moribus hominum et officiis nobilium super ludum scacchorum
Edición de José Luis Carrascosa
(coordinador y revisión de contenidos literarios)
Fernando Urías la transcripción del texto
Ediciones Arcadia - Accenture, 2000
Tapa dura en tela, tipo asperilla
Papel Consort Royal Silk de 140 grs.
Cosido con hilo vegetal
116 pp., 25 x 25 cm
Edición numerada
Liber de moribus hominum et officiis nobilium super ludum scacchorum, aparece repartido en cuatro tratados. En este libro, conocido como Ludus scacchorum o «Juego de Ajedrez», se explica la invención del juego, atribuyéndoselo a varias leyendas, las piezas, los peones y los movimientos de las fichas, tal y como han llegado a la actualidad. Todo el libro está impregnado de analogías entre el juego del ajedrez y la sociedad medieval.
Hay un centenar de manuscritos conservados, la más antigua fechada en 1337. La Biblioteca Nacional conserva en latín el Mss. 8819, procedente del Convento de Santo Tomás de Ávila (c. 1399) y una copia transcrita al catalán por Brunet i Benet (921=L-2); y al castellano por el Licenciado Martín Reyna, vecino de la villa de Aranda de Duero, publicado en Valladolid en 1549, y el Libro de la invención liberal y arte del juego del Ajedrez del clérigo Ruy López en 1561.
Entre 1300 y 1330 Jacobo de Cessolis, dominico lombardo afincado en Génova, compuso en latín Liber de moribus hominum et de officiis nobilium super ludum scacchorum, obra repartida en cuatro tratados.
El libro, conocido posteriormente como Ludus scacchorum o «Juego del ajedrez», es una especie de Libro de los Estados que, a través de las piezas del ajedrez, examina las distintas clases sociales de su época.
El primer tratado explica la causa por la que fue inventado el juego y cuenta su historia. El segundo habla de los trabajos que representan a los nobles y de las piezas del mismo juego: el rey, la reina, los alfiles o jueces, los caballos o caballeros y los roques u oficiales reales. El tercero se ocupa de los peones del juego, que representan diferentes oficios y profesiones de la gente del pueblo, desde labradores, carpinteros, sastres y comerciantes hasta médicos, taberneros, recaudadores de impuestos y bandidos. El cuarto hace referencia al movimiento de las piezas, lo que da pie a Cessolis para tratar de la subordinación de unas clases y oficios a otros.
Basado en los sermones de Cessolis, usa el trabajo para aducir el juego de ajedrez como una alegoría de la sociedad. Lo que es crucial es que las figuras nobles, como el rey y la reina, no pueden lograr nada por sí mismas y dependen de la cooperación de las figuras comunes que representan el campesinado. Estos incluso fueron nombrados con títulos profesionales, incluidos, entre otros, herreros, comerciantes y médicos. Como resultado, se enfatizó el papel de los trabajadores de las clases inferiores. El pueblo no solo tenía obligaciones con la nobleza y el clero, sino también al revés. El trabajo socialmente crítico no perdió su popularidad durante los siglos siguientes.
A la enorme difusión que la obra tuvo en toda Europa llevó a que se adaptara al alemán (1485, adaptación que recoge 15 miniaturas entre las que se encuentran las figuras que mostramos), flamenco, sueco y checo, a lo que contribuyó la gran cantidad de exempla que contiene, como en la historia de una hija que amamanta a su madre presa para que sobreviva. Cuando el autor nos habla de los oficios populares, proliferan las críticas a una variopinta sociedad, y así, describe en una larga sátira cómo los médicos argumentan entre sí, en vez de curar al paciente, aunque tampoco se muestra indulgente con boticarios o cirujanos.
La edición que presentamos es una adaptación del facsímil en edición limitada de 325 ejemplares en Castalia, 1952. Siruela también lo tiene publicado, todas parten de la edición del Licenciado Martín Reyna.
Jacobo de Cessolis (Cessole, provincia de Asti, Italia). Escribió la obra entre 1300-33. Es considerado el primer tratado que se conoce sobre el ajedrez. En 1318 sabemos que el autor era representante del inquisidor Jacobo de Levanto en el convento de los dominicos de Génova.
En la visión de la obra se manifiesta una corriente actual que defiende que la Edad Media, nombre que define al periodo que transcurre entre la Antigüedad y el Renacimiento, no era una sociedad atrasada como se ha venido señalando y que nos ha transmitido un juego vigente y muy apreciado por su técnica. Su colección de Exempla (ejemplos) y sententiae (moralidades) que conocemos en la literatura en El conde Lucanor y la primera obra de ficción conocida en castellano con El caballero Zifar. Una primera enseñanza para el soberano perfecto, para el príncipe modélico, como en Idea de un príncipe político cristiano representada en Cien Empresas por Diego Saavedra Fajardo.
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