HISTORIA DE LA EVOLUCIÓN DE LAS CULTURAS
Siempre se ha dicho que si no aprendemos de nuestra historia estaremos avocados a repetirla. José Antonio Marina y Javier Rambaud en Biografía de la humanidad estudian nuestra especie aprendiendo de la memoria compartida, sus conquistas y fracasos. El sentido de la existencia humana para que nos comprendamos a nosotros mismos con inteligencia en un paso hacia los animales espirituales que somos. Nuestro genoma no solo es biológico pues trasciende hasta el campo cultural y el libro aborda precisamente eso: la evolución cultural de la humanidad. La historia es imprescindible como fuente de conocimiento y Biografía de la Humanidad no se limita a formar parte del Big Data.
Una “inteligencia sedimentada”, la necesidad de comprender la genealogía y la evolución de las culturas, la aspiración a una felicidad basada en parámetros verificables —conforme a una “ley universal del progreso ético”— que los autores llaman el “humanismo de tercera generación”, que superaría la brecha entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu. La Historia según Marina puede ser interpretada como una búsqueda incesante, hecha por igual de avances y retrocesos que nunca son definitivos. Si encontramos un método es posible aislar los factores positivos o negativos que ayuden a enfrentar situaciones inéditas.
Según Marina nos hace falta construir una cultura de la comprensión. Es ese marco, argumenta Rambaud, el que nos permite aprender de los hechos pasados. Los cambios se enmarcan en un proceso mayor que abarca muchos otros, incluso los más remotos y en apariencia ajenos a la realidad actual. Los conceptos, los códigos, las instituciones de nuestro mundo son muy distintos a los de las culturas antiguas, pero estos y todos los ensayados a lo largo de los siglos ofrecen herramientas valederas para analizar las dinámicas del presente, cuya esencial historicidad aconseja no echar en saco roto el valioso conocimiento acumulado. El esfuerzo de síntesis, el rigor metodológico, la mencionada perspectiva universal y su optimismo, en el sentido de que el desarrollo de la inteligencia colectiva lleva aparejado una mejora aplicable a la humanidad en su conjunto.
SOBRE EL ARTÍCULO DE ÁNGELES LÓPEZ , MERCURIO 208 - FEBRERO 2019
¿Es posible aprovechar la experiencia histórica?
Hechos y datos hay que integrarlos para que nos permitan discernir las dinámicas del cambio.
El pasado ha dejado de iluminar el porvenir con los cambios radicales que se habían vivido en la Revolución Norteamérica y luego en Francia, desde las últimas décadas del siglo XVIII. La historia hasta entonces tenía un contenido pedagógico donde las situaciones se repetían y se aprende de los hechos pasados, pues el mundo no cambiaba. Desde las transformaciones de las revoluciones científica e industrial de finales del siglo XVIII se fue limitando la concepción pedagógica de la historia. Aún así, no dejamos de vivir en un presente marcado por el pasado, en una realidad que no puede emanciparse de una tradición, en un contexto que marca y define en gran medida nuestro modo de ser y de pensar, aun cuando creamos que no lo hace.
Lo importante es tener conciencia del contexto, de esa inevitable influencia del pasado sobre el presente, conocer la genealogía de las realidades en que vivimos, pues todas ellas hunden sus raíces en una larga historia, en ocasiones remota y a menudo cargada de una sabiduría acumulada durante generaciones. Así se recoge en la cita de Friedrich Hayek que abre Biografía de la humanidad, tomada de su obra Los fundamentos de la libertad: «El resultado de los ensayos de muchas generaciones puede encarnar más experiencia que la poseída por cualquier hombre en particular».
En nuestro mundo acelerado y cambiante parece difícil la posibilidad de leer el futuro en los hechos pasados. Es evidente que las soluciones inventadas en las primeras civilizaciones, entre los egipcios o los indoarios, respondían a circunstancias históricas muy distintas de las actuales. ¿Qué podemos extraer de una experiencia tan remota en lo temporal y lo cultural? Obviamente no nos van a proporcionar soluciones sencillas para los problemas actuales de participación en el poder o de desigualdad en nuestras sociedades complejas, y parece que menos aún a la crisis ecológica global o a los retos que plantea el mundo digital.
Se acompaña de múltiples planos de las distintas culturas en momentos históricos distintos |
Estudiar el pasado resulta absolutamente necesario para entender la realidad presente. Los conceptos que usamos en la vida diaria y en nuestras instituciones sociales, políticas y económicas tienen una historia que se remonta en ocasiones hasta el mundo antiguo. Es necesario aclarar los términos comunes, explorar el origen de las metáforas que utilizamos, pues a veces estas ya no se perciben como tales y esconden los estratos de su historia evolutiva, que nos puede ayudar a comprender las razones por las que se instituyeron en origen y se fueron adaptando a lo largo de los siglos. Se trata de integrar hechos y datos de la historia en marcos de comprensión que nos permitan discernir las dinámicas del cambio histórico.
Ben Bernanke, presidente del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 2006 y 2014, utilizó sus conocimientos acerca de la Gran Depresión para aplicar medidas correctoras que evitaron que la crisis iniciada en 2007-2008 fuese aún peor que dicha depresión.
La experiencia histórica de la humanidad funciona como un banco de pruebas de las soluciones aplicadas, que pueden inspirar o sugerir propuestas novedosas para hacer frente a problemas incluso aparentemente inéditos.
SOBRE EL ARTICULO DE JAVIER RAMBAUD | REVISTA MERCURIO 208 - FEBRERO 2019
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