lunes, 17 de febrero de 2020

EL COLOR DE LOS DIOSES


Arquero del frontón del templo de Ataia. 
Museo Arqueológico Regional, 2009 -28,45€
24 x 30 cm - ISBN 9788445132692


¿De qué color eran las estatuas que representaban a los dioses de la Antigüedad?

Hasta ahora se pensaba que las esculturas eran limpias, blancas, como el mármol o el yeso y la cal de que estaban hechas. Sin embargo, en la Antigüedad los colores brillantes eran considerados un signo de excepcional valor. Este colorido contrasta con nuestra percepción estética moderna, acostumbrada a la claridad formal.

Reconstrucción parcial de la decoración escultórica del sarcófago de Alejandro Magno

         
                La Stiftung Archäologie, fundación alemana encargada de realizar réplicas exactas de célebres estatuas griegas y romanas, investiga sobre la policromía de las estatuas clásicas y determina que representaban a los dioses y héroes no eran "blancas", sino de ricos y expresivos colores. Esculturas famosas y relieves clásicos vuelven a tomar su aspecto original con la policromía que les suponen.

Júpiter olímpico, 1815
         
                 Antoine Chrysostóme Quatremère de Quinci ya propuso, 
en 1814, la coloración de las estatuas basándose en textos de los escritores y filósofos clásicos que el libro analiza. En la segunda mitad del siglo XIX con los hallazgos de la Acrópolis de Atenas se confirmaba su teoría sobre la policromía en la escultura clásica.
                                       

Fases del proceso del color para recrear a Calígula
                                  
                                          
Augusto de Prima Porta, 1886
Museo Vaticano
  


   Gracias a recientes técnicas ha sido posible reconstruir las trazas de color encontradas en las esculturas, lo que ha permitido crear una serie de sorprendentes reproducciones de famosas esculturas clásicas acercándolas a su color original. Estas reproducciones han sido realizadas por un equipo multidisciplinar dirigido por Vinzenz Brinkmann, profesor de las universidades de Frankfurt y Bochum, conservador de las colecciones de escultura clásica de la Liebieghaus Skulpturesammlung de Frankfurt y miembro de la Junta Directiva de la Stiftung Archäeologie de Alemania.


Los verracos se encuentran orientados a los astros
Considerados hitos para marcar el dominio del lugar


              Se entrecruzan dos líneas argumentales. Por un lado, la idea contemporánea de la escultura en mármol blanco frente al color de la estatuaria antigua. Y, por otro, la línea del profesor Manuel Bendala, catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, quien indaga en los orígenes de la estatuaria hispana coloreada desde los ejemplos orientalizantes de época prerromana, como previsiblemente parece ser que estuvieran pintados los verracos o toros de Guisando -que pudieron tratarse de hitos de demarcación o propiedad por situarse en ricos pastos-, que fluye hasta épocas medievales y modernas, y está relacionado con el uso de areniscas, estuco, pintura y el gusto oriental de enjoyar.                      

Dama de Elche engalanada con vestimentas y joyas.
Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares
  
              La Dama de Elche resulta ser un monumento funerario al disponer de una oquedad en la parte posterior que le otorga autenticidad pues su finalidad era desconocida, hasta que apareció la Dama de Baza. Se había puesto en entredicho su antigüedad, sin embargo, según unos análisis del CSIC no dejan ninguna duda pues le pronostican los 2.400 años. El color azul fue claramente percibido por sus descubridores, pese a que en el retorno del Museo del Louvre lo hizo sin pigmentación por la decoloración total de manera natural.                     
         Cuando apareció en La Alcudia fue expuesta a cambios atmosféricos muy elevados. Preservada a la vista, se encontraba escondida bajo el recubrimiento de arena de playa y la humedad y las sales catalizaron su descomposición pictórica. Por encima de la capa de yeso y cal mantenía otra capa de pigmentación con azul egipcio, oxido de hierro para los ocres y el bermellón obtenido del cinabrio.                                      
Coloración según Ignacio Pinazo, en 1908,  similar a cuando la encontraron
                                       
     Según José Pijoán los colores del ropaje se invertirían: 
 “La indumentaria de la Dama es enteramente ibérica. Lleva la túnica blanca de lino fino. La mantilla era roja, pues quedan patentes restos de color en la escultura. Encima de esta mantilla, inmensa, que debía ceñirse a la cintura, lleva un gran manto –albornoz– de tela gruesa pesante. Parece que debía ser azul. Los labios tienen restos del rojo; es posible que la cara permaneciera sin policromar. La Dama fue esculpida en una caliza fina amarillenta, que es casi el color natural de la tez española. Es de un matiz encantador; ni las reproducciones en yeso ni ninguna otra reproducción en colores pueden dar idea del tono de epidermis blanca, pero tostada por el sol, que tiene la fisonomía de la Dama de Elche”.
         Es normal que con el paso del tiempo y los agentes atmosféricos se deterioren y terminen destruyendo los pigmentos que fueron obtenidos a base de productos naturales.   

           La Dama de Baza representa a una divinidad alada que se encuentra sentada sobre un trono de aletas y braceros con dos patas delanteras en forma de garra, pintados en marrón, para el viaje al otro mundo. En la mano sustenta un pichón. También está provista de una oquedad donde depositaron las cenizas de la persona para quien fue erigida. Muestra pigmentos de superficie color tierra, rosa, marrón, azul y negro. Sobre los collares y las joyas se aplicó una lámina de estaño para las zonas metálicas para simular el plateado.
                           
Dama de Baza preparada para el último viaje 
                   
      Vestida con una túnica larga, policromada en azul, que deja asomar en la parte inferior dos sayas interiores blancas. Cubierta de la cabeza a los pies con un manto, también azul, cuyos bordes aparecen decorados con una banda de ajedrezado rojo y blanco, entre dos filetes, uno interior de color rojo  y el exterior en color azul. Sobre el cuello y el pecho porta cuatro gargantillas y dos collares con enormes colgantes en forma de bullas y anforiscas respectivamente, sobre la cabeza luce una cofia y una tiara que levantan el manto; que dejan ver dos enormes pendientes troncopiramidales con flecos que por su tamaño, de no estar exagerados, no pudieron ser metálicos por excesivo peso; y el cabello pintado en negro, dividido en bandos y con dos rodetes a ambos lados de la cara. Calzada con zapatillas o babuchas cerradas de intenso color rojo descansan sobre un taburete adornado con un cojín azul.


El "tono en el maquillaje", comparemos el aplicado a la Dama de Elche con La Gitana, mucho más oscuro
         
    La Gitana es un busto o retrato femenino del S. I d.C. en mármol blanco aparecido en la necrópolis oriental de Mérida. La joven está peinada con flequillo de mechones largos en forma de "S", terminando en dos patillas; el cabello en la parte posterior se recoge en un mazo o ritense propio de las clases populares. Debía estar coloreada y portaba zarcillos metálicos en los lóbulos de sus orejas.

                Las estelas funerarias también deslumbraban por su color. No solo se rendía realismo en los objetos que muestran la afición u oficio del difunto sino que también le otorgaban una vida colorida.

Estela en mármol de Lutatia Lupata según T. Nogales. Museo Arqueológico Regional de Madrid
                     
    Estela de
Lutatia Lupata con edícula o templete con el busto-retrato de una joven emeritense difunta. Aparecida en el Cerro de San Abin, Mérida. Se data en el siglo II d. C. La joven toca un instrumento de cuerda, tipo pandurium y se encuentra vestida con túnica que forma unos pequeños pliegues en la arista del escote y con mangas largas.

              El gusto o tendencia de los tiempos actuales nos hace preferir las esculturas y estatuas no coloreadas ante lo artificioso y chabacano que nos resulta la policromía en color, sobre todo si son tan puros como eran del gusto en la Antigüedad.

   Mantenemos el gusto de la percepción renacentista por las esculturas que representan a los dioses y la mitología con el blanco del mármol de Carrara con el que inmortalizara Miguel Ángel a Moisés, bien distinta de las coloraciones de las pinturas o frescos de la Capilla Sixtina por el mismo autor. 

    Cuando vemos restauraciones, por ejemplo en las imágenes  de tallas religiosas de vírgenes policromadas, nos resulta chirriante el tono del color original con el que fueron creadas. 
                                       
Proceso de restauración de la talla de la Virgen Inmaculada Concepción de Gete (Burgos)

          El tiempo y los años también "pintan" cuando borran y oscurecen los colores a los que nos hemos acostumbrado, mientras, la policromía por su parte cambia la expresión como se puede percibir en los ejemplos mostrados.

          Entre las recientes adaptaciones literarias, se cuenta Odisea ilustrada por Miguel Brieva, quién suele trabajar con el dibujo en color, aunque en esta ocasión opta por un tono ocre-sepia más apropiado para recrear la mitología clásica.       

          Por último, si llevamos el color al séptimo arte, en el cine en blanco y negro, cuando se colorean las películas y puede que sea porque tampoco esté suficientemente conseguido, el resultado canta por su artificio y es poco satisfactorio. La simplicidad de los elementos en una película de terror o en una evocación histórica será más expresiva y se diseña una puesta en escena con un mayor contraste y menor colorido. En series épicas como Juego de Tronos o El señor de los Anillos los parajes muestran menos luminosidad y menor definición de tonos para ser más evocadores, no así en la comedia, mientras el tema de los dioses es muy serio y se debe precisar con el color adecuado. 



   Recomendamos pinchar en las entradas a nuestro blog:


 LA ODISEA ilustrada 

por Miguel Brieva






DIOSES, TUMBAS Y SABIOS 

de C.W. Ceram






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