LOS PILARES DE CASTILLA
EN LAS RAÍCES CELTAS DE LARA
de Antonio Palacios Gonzalo
La noticia de la existencia de los celtas nos la proporcionaron los geógrafos griegos en el siglo VI a.C. que los trataron de keltoi, para sugerir «los pintados» y describirles como bárbaros, de extranjeros, por lo desconocido y lejano. Se piensa que resulta de la transcripción que pudieron escuchar a los propios indígenas que se reconocían como celtas.
La cultura material, los rituales y el habla son señas de identidad para establecer la Weltanschauung o visión de una civilización, que puede resultar cambiante, como se percibe en las creencias religiosas celtas con dioses animistas específicos de ámbito local (piensen en la diversidad de vírgenes patronales según los distintos lugares cuando son la misma) y que para algunos autores se trata, "casi" -dijo Cesar-, de los mismos dioses que descienden de Dis Pater. La movilidad y hospitalidad celta generaron en la península vínculos entre íberos, fenicios y griegos, que justifican elementos comunes.
Celtíberos uniformados con escudos y caras pintadas |
La alerta la proporcionaron los lingüistas que percibieron la similitud de las lenguas indoeuropeas con origen de las eslavas, sin descartar la procedencia del protoindoeuropeo proveniente de Anatolia, que explicaría el vascuence.
La Arqueogenética resuelve el alto componente indoeuropeo y atlántico de los europeos actuales y, en particular, en la península. Por el genotipo R1b-P312, cromosoma paterno, se determina para gran parte de la cornisa atlántica y todo el Cantábrico desde la bretaña, recorriendo toda la Galia por la Aquitania, Vasconia, Cantabria, Asturias, Gallaecia y la Lusitania. ¿De dónde provienen? La respuesta se encuentra, primero, en la migración la Europa Nórdica con la Cultura de Cerámica de Cuerdas, el vaso campaniforme y la incineración. Segundo, de los celtas continentales, aunque ambas surgieron de los pastores guerreros Yamnaya de las Estepas en el 4500 a.C. que introdujeron éste y el genotipo R1a por Centroeuropa, los celtas continentales que incorporaban el carro con tiro de caballos, los kurganes o enterramiento en túmulos y potentes armas metálicas. Estas corrientes migratorias se remontan en la península al tercer milenio antes de nuestro calendario y, con posterioridad, los celtíberos se establecieron en el primero antes de Cristo con entrada desde la Europa continental por el Ebro, ocupando el Tajo y por la zona suroccidental hasta el territorio tarteso extremeño como prueban las lenguas que se muestran en el mapa.
En la guarda inicial de nuestro libro mostramos las lenguas habladas en Iberia antes de la llegada de los romanos |
El imaginario celta resulta cambiante, como ocurre en la religiosidad con la llegada de los celtíberos. En el mapa de las lenguas apreciamos el desplazamiento de los populi o tribus en los casos de los vascones que aparecen en la actual Navarra; o los várdulos que toman a caristios y autrigones originando desde Burgos la Castilla Vétula o vieja; y el desplazamiento de los pelendones desde tierras sorianas y riojanas a burgalesas por el empuje al que les sometieron los arévacos.
Debido a la escasez de fuentes en la Antigüedad se trabaja con arqueología comparativa en símiles Atlánticos irlandeses.
Arturo. La leyenda del rey eterno Ilustración de Chris Riddell Edelvives, 2021 |
Los celtas adoraron la Naturaleza y sus dioses se manifestaban en ella y fueron el Sol, que les propiciaba un nuevo día, como podemos ver en las representaciones figurativas del dolmen de Mecerreyes-Cubillejo, manifestaciones artísticas del verraco del castro de Peñalara y en las esvásticas de las estelas larenses.
Cuadrúpedos dirigiéndose hacia el sol. Dolmen de Cubillejo-Mecerreyes |
Esto identifica la migración de los animales por una vía natural que también da sentido al conjunto de altares aparecidos en Gete y que trasciende a la Cañada Real Galiana, mientras, las cimas se encontraban ocupadas con castros. Las peñas elegidas se benefician de su orientación. El topónimo Gete puede provenir del hidrónimo del riachuelo"Egeto", que es común en el norte peninsular y proviene de la misma familia que los ríos Gállego y del que también derivan el Eo y el Ego*.
Los celtas miraban el cielo con gran precisión astronómica para determinar los cambios estacionales con los que establecían el laboreo en el campo, según los equinoccios y solsticios, como el de Mabon (hacia el 22 de septiembre, que marca el fin del verano). La situación del altar de La Peña de Gete cuenta con dicha orientación para el ocaso. Un lugar de sacrificios a la vez que de festividad durante tres noches y dos días, en paralelismo con Stonhenge y otros santuarios peninsulares como A Ferradura, en Pontevedra, donde se celebraba el ciclo anual de las estaciones.
El altar de la Peña en las inmediaciones del castro |
Cuando uno ejerce honores regios y se sienta en el altar de Tres Tronos divisa el castro del Pico del Cuerno de Gete hacia poniente.
Altar de los Tres Tronos de Gete. Escenificación de José Ramón Almeida |
Nos adentramos en los pormenores del altar, castillo y santuario de la Cerca y aportamos un nuevo altar en las inmediaciones al castro de la Muela, en Vilviestre del Pinar, donde se comunican tres lóculos o corrientes con los que pretendían aplacar a la diosa.
La tríada Dea Dama, la “Diosa Madre” |
Es importante apreciar como prosigue la adoración femenina a las antiguas venus generadoras de la fertilidad, la protección de la naturaleza y el agua de la vida. Una conmemoración a la primavera en Imbolc o Brígida que culmina en las novicias engalanadas de mayas. El proceso evolutivo de una tríada que envejece a la diosa madre y que los romanos adoptaron de las matres celtíberas que se prodigaron desde Clunia.
En las noches de plenilunio nuestros antepasados prerromanos le bailaban, como se ha mantenido en Galicia. Los celtas temían a los agentes atmosféricos, el poder destructivo del rayo con su estruendoso trueno (Taranis), cabeza de la tríada divina a la que ofrendaban sacrificios, que explica la triple muerte que verificamos en cuerpos hallados entre el lodo de los estanques de Centroeuropa y se recoge en la leyenda de Los Siete Infantes de Lara.
Leyenda de los Siete infantes de Lara |
Una cultura rural de individuos tachados de bárbaros por sus enemigos griegos y romanos que, estos últimos, terminaron ensalzando por su coraje en el mito de Numancia.
Se suicidaron antes que entregarse a Roma. Numancia, de Alejo Vera y Estaca (1881). |
Combate de campeones, vaso numantino |
Fiesta de los Jefes en Santo Domingo de Silos |
Las fiestas los Jefes, representando un anacrónico asalto árabe a la fortaleza de Silos, y la marcha que se incorpora en la Pinochada en Vinuesa, alusión a los tercios de Flandes, se vinculan al Reinado de nuevos nombramientos anuales en Hacinas; las danzas del Paloteo, similares a los bailes del País Vasco; la Vaca Romera que se descubre en la cerámica numantina y que en Pedrezuela o Colmenar Viejo de Madrid se rinde a los quintos para que recorran todo el pueblo hasta nuestros días.
En Beltaine se engalana a las damas en altares florales de Huerta del Rey, en Burgos, o Colmenar Viejo, en Madrid, y la pingada del Mayo que se muestra en Tierra de Pinares y que en Tielmes lo levantan durante la Semana Santa, quemando al "Judas". Retos de superación donde los "quintos" se integran sintiendo la pertenencia a la comunidad.
El Judas en Tielmes (Madrid), durante la Semana Santa |
Todas estas celebraciones que enumeramos muestran reminiscencias de la cultura celta como prueban las cerámicas numantinas y un arraigo tradicional.
El folklore muestra tradiciones ancestrales de tiempos prerromanos |
Lamentablemente, no nos ha llegado la interpretación de los bardos cuando narraban en las oenach o celebraciones de ferias el mito del "héroe fundador" de la comunidad, jinetes salvadores que identificamos en las estelas aparecidas en Clunia y Bezares.
Santuarios naturales en peña y roble (izquierda) y estela del "Héroe fundador" (derecha) |
Las gestas fueron transmitidas por las madres como institutrices de sus hijos y por los bardos, que nos han llegado a través de los juglares en los cantares del Mio Cid durante la reconquista, Los Siete Infantes de Lara para otorgar legitimidad a la importante familia de los Lara y emparentarlos con los condes de Castilla, y la leyenda de Fernán González donde justifica la independencia de León, en una narración que partió del cenobio de San Pedro de Arlanza y mantiene pervivencias celtas, al igual que todas ellas.
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VIAJE AL CONDADO DE LARA
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