LA CORONACIÓN DEL EMPERADOR

  

         El 22 de febrero de 1530 Carlos I de España y V de Alemania era coronado en Bolonia por Clemente VII Emperador del Sacro Imperio Romano. Carlos I ya había sido coronado emperador en Aquisgrán, pero el título carolingio necesitaba también de la dignidad papal para conmemorarse emperador de los germanos y emperador de los romanos. 

                                     Puede consultar disponibilidad en el correo:  

librerialibropasion@gmail.com

Serie conmemorativa. edición numerada (113/300), signados
 con iniciales J. B. Sellados por el Notario D. José Luis Díez Pastor. 

Contenidos del libro:

 -  Presentación por la Junta Nacional del Centenario  

 - La coronación Imperial con todas sus ceremonias. Describe el protocolo minuciosamente. Traducción de latín en lengua castellana por Diego Gracián.

 - La Procesión Imperial de Carlos V después de su Coronación en Bolonia. 40 láminas de Nicolás Hogenberg representan 
con grabados calcográficosla fastuosidad de esta gloriosa coronación.

          

                                               

Tapa dura, 26 x 36 cm. con ribetes dorados, tejuelo en lomo, cinta marcadora.
XIX + 99 pp., papel Guarro, de hilo. Ejemplar intonso.  190,00€
                      

            Las grandes celebraciones, al igual que las bodas, se prodigaban durante tres días de festividad. Las fechas escogidas fueron del 22 al 24 de febrero, rememorando la batalla de Pavía y el nacimiento del hombre más poderoso sobre la faz de la tierra.


                                       

           El desfile que prosiguió a la coronación fue fastuoso. Encabezada por el Pontífice y el Emperador, que cabalgaban en paralelo en señal de su nueva amistad. Carlos I ya era émulo de Carlomagno, sostenía las tres coronas (la de plata en Aquez; la de hierro en Módena y la de oro en Roma) y en su pecho latía la idea de una Europa unida y cristiana. 

   Bolonia era modelo de magnificencia. La nobleza europea competía por lucir el séquito más suntuoso para ganarse las miras del Emperador. 

                                

            Carlos I se mostraba impaciente por recibir la coronación que llevaba esperando toda una década, soportó las ínfulas políticas de un Papa que había promovido en Cognac la Liga Clementina, junto a Francisco I de Francia, para aislarle de Europa y minar su grandeza. Clemente VII había soportado del emperador el saqueo de Roma y un secuestro. Diferencias que parecían insalvables pero la Iglesia y la espada comulgaron juntas.
                        

                                 


            Cuatro nobles, el marqués de Monferrato, el duque de Urbino, el conde Palatino y el duque de Saboya, desfilaban tras el Papa y su colegio cardenalicio, portando los cuatro atributos imperiales: el cetro, la espada, el mundo y la corona. Les seguía el emperador, con su cortejo flamenco y español. Sobre su cabeza se derrama el óleo sagrado, el Papa hace entrega de los atributos, suenan las trompetas y se escuchan los clamores de «¡Imperio!» y «¡España!». 

Además de magistrados y doctores se agolparon los incondicionales al Emperador  

           Aparece descrito en Del convite solemne del Sumo Pontífice con el Emperador la decoración y el protocolo establecido, lavatorio incluido, las palabras y los comportamientos que se rindieron ante las personalidades y sus actuaciones.   
                    

                                 

Se asaron bueyes en la Plaza Mayor. El vulgo recibió pan.
Las fuentes echaban vino blanco y tinto.

         En el colofón del libro reza "El dia 21 de Septembre de 1958, fecha en que se conmemora el Cuarto Centenario del ejemplar fallecimiento del Emperador Carlos V, en Yuste, se acabo la impresión en Toledo, en la presente Coronación Imperial de Carlos V", realizada por la Junta Nacional de su Centenario, con la colaboración de "Joyas Bibliographicas".


                     

Colofón a modo de pedestal del ejemplar de 1530

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