jueves, 31 de enero de 2019

LA MEDIDA DE LAS COSAS

          Barricas, fanegas, ferrados, pasmos, galones, pértigas, dracmas, escrúpulos, toesas, codos, pulgadas, leguas... tantas son los parámetros de medida y, lo que es peor aún, varían en su composición según la localidad que la interprete. Cuantificar las cosas para que estas puedan ser conocidas y reguladas es una labor importante para saber de qué estamos hablando y nos entendamos entre todos por lo que la lógica y el sentido práctico han de regir los pesos y las medidas. Recogemos informaciones que aparecen en el libro Viaje al condado de Lara, localizado en la corona de Castilla que apenas varía de la Historia de España.


Metrología. Pesas y medidas españolas antiguas.
Patrones del siglo XIX anteriores al Sistema Métrico 20,00€



 La metrología desde la Antigüedad hasta la Edad Media

               El intento por conseguir un único sistema de pesas y medidas ha persistido desde la antigüedad. Los romanos ya lo poseían, siendo obligación de los ediles su control para que se respetaran dichos patrones. 

       En la ley visigoda se registraba la extensión de tierra que era confiada a un colono y que era de cien arpendes, equivalente a 12,5 hectáreas.


Media fanega llenada a ras de grano para ser molido
      Alfonso X reguló las medidas toledanas como la vara de longitud, el cahiz para la capacidad de los áridos y el moyo que eran 16 cántaras, para los líquidosEl pan se medía en tabladamedia fanega, para la sal el almudejo, la carne con el arrelde de Burgos, consumiéndose vaca, ternera, carnero y cabrito por cuartos y medios, junto a variedades de caza. La abstinencia de comer carne impuesta por la Iglesia se suplía con pescado cecial y en salazón suministrado por los carreteros


               Epescado se comercializaba en libras. Reyna Pastor considera el consumo de sardinas, merluzas, pulpos, congrios, salmones, rayas, melgas, lampreas, besugos, anguilas y ballenas, además de los autóctonos entre los que se encontraban truchas, barbos, bogas, cachos, rodrigos, bermejillas, pinchos, anguilas y cangrejos. En la Baja Edad Media destacó la comercialización del abadejo y arenques, pescados importados de Irlanda.


Vara de Burgos en hierro (1849) 
Medía 835´9 mm.



    Los pesos y medidas se unificaron por una ley de 1347, reinado de Alfonso XI. La vara de Toledo fue sustituida por la de Burgos cuyo patrón en madera o metal era de 835,9 mm., que pasa a ser considerada como la vara castellana y se utilizaba para medir el paño, el lienzo y el sayal.


             Para los itinerarios los romanos manejaban la milla, 1478,50 m, que interpretara el gramático Elio Antonio de Nebrija para determinar el desplazamiento que marca el mismo pie entre tacón y la posición avanzada de su nueva puntera cuando caminan los dos pies, un paso de cada uno. La longitud se mide en pies, una tercera parte de la vara de Burgos, unos 300 mm. 


Celemín: Alto 10,7 cm; Base 26,3 X 26 cm
  

          El grano se medía por su volumen en fanegas y medias fanegas, que si es trigo viene a pesar 22 kg y de cebada 18 kg, como medida de capacidad fluctúa algo según la densidad del grano. La fanega se divide en 12 celemines y como medida de superficie equivale a 64 áreas y 596 miliáreas.

      
     En Plena Edad Media la unidad de medida para la viña era la herrada, recogida en la confirmación del fuero de Lara de 1135, tratándose de un cubo de madera a base de aros de hierro, donde una buena viña vendría a rendir seis; y la yugada, compuesta de 40 aranzadas, unas 18 hectáreas. En Burgos, el obrero de viña abarcaba 120 cepas y la aranzada cuatrocientas. En 1289 se especifica un cuarto de aranzada ó 4.472 m2, la que consideramos como parcelación media familiar en el terreno agrícola.


Media cántara 
   



    En la Baja Edad Media, el Cahíz equivale a 12 fanegas y es sustituido por el modio o moyo, que las Cortes de 1268 equiparan con 16 cántaras. La cántara según las Cortes de Alcalá de 1348 contiene ocho azumbres, y cada uno de los cuales son dos litros. Por aquel tiempo se maneja el pozal, que según el Libro Becerro de Behetrías (LBB) dos pozales de vino en que ay dos cántaras e media”. El cañado tiene un valor medio de 37 litros.



          Siguiendo el LBB (1351) en Santo Domingo de Silos tres almudes equivalían a cuatro fanegas. El almud tiene cuatro cuartas que son 16 celemines y cada uno de éstos se compone de 12 cucharas. La fanega equivale a 55,5 litros y en las cuentas del Monasterio de San Pedro de Arlanza hacen su correspondencia a una carga con la que medían el pan. En Burgos se usó con frecuencia la tablada, que según el LBB “eran IX çelemines e medio”, a la que le sustituye la fanega. La hemina es menor que el celemín y varía sobre los 3,43 litros, con equivalencias diferentes a lo largo del tiempo.

           En los pueblos se instituyó la figura del fiel de pesos que se encargaba de calibrar la medición en el pesado. Las villas solían contar con una romana con su pesa o pilón. Paradójicamente, uno de los impuestos se repercutía directamente sobre los géneros comestibles en los que se recortaba su medida para recaudar la sisa, iniciada en el 1 % y que ascendió al 3 % en 1293; incrementada con la resisa, que revertía mayores contribuciones si se compraba al por menor.
                         
               

Medidas y pesas legales de Castilla según la Novísima Recopilación


 La metrología en la Edad Moderna

               Los Reyes Católicos confirmaron a la ciudad de Burgos en el uso de pesas y medidas tradicionales, e instauran la figura del almotacén o juez encargado de revisarlas anualmente. Muchos concejos como el de Salas de los Infantes adquirieron en Burgos una balanza según “el padrón real” para cotejar las pesas.


Reloj - Cuadrante solar poliédrico
  


           Para la descripción de una distancia corta se empleaba comúnmente la expresión "a tiro de escopeta" lo que se relativiza según el arma por el calibre de la munición, la longitud del cañón y la calidad de la pólvora que van mejorando su alcance con el tiempo. Los itinerarios se medían en leguas, 5.572 m y 7 dm cada una, que a efectos prácticos venía a ser el tramo que se recorre andando en una hora. Esto nos lleva a pensar lo complejo que tuvo que ser el control del tiempo, recurriendo al reloj de arena y al supeditado por el sol. 


               Las superficies de tierras se medían en hectáreas y áreas. En el S. XVII en Covarrubias se empleó la emelga o amelgafranja de tierra que abarca el brazo al lanzar el grano durante la siembra. La vara de Burgos siguió siendo ratificada sucesivamente en 1751 por la Cámara de Comercio y la ley de 1801.


Cadenas utilizadas por los agromensores


            El Catastro de Ensenada recurrió a los agromensores, expertos en medición, para ponderar la correspondencia de medidas entre los distintos lugares, pues el cereal en la ribera se medía en fanegas de distinta cuantía, incluso en un mismo término, y el viñedo en aranzadas. En la Sierra de la Demanda la superficie se medía en haz y en carro, en el caso de Salas de los Infantes se consigna la fanega para el cereal y el haz para los prados y herrenes.


Azumbre de cobre (1849)
Alto 18,7. Seperior 8,8, base 14 cm

        En 1758 se igualaron las pesas y medidas, que empezaron a ser consideradas como españolas, estableciendo las de áridos de Ávila, donde la fanega pasaría a tener 12 celemines en lugar de 10; las de líquidos de Toledo y el marco del Consejo de Castilla. La pragmática de 1801 intentó unificar para los líquidos la cántara o arroba, sin embargo ésta adquiría pesos distintos que en Castilla eran 11´502 kg mientras en Cataluña pesaba 10´4 kg y en Aragón 12´5 kg. 


Arroba castellana de 11´ 502 kg.
Alto 9 cm. Base 14 x 14 cm

        La longitud se mide en pies y sus submúltiplos se clasifican en varas, tercias y sexmas y se divide en 16 dedos o 12 pulgadas, que a su vez son 12 líneas; y múltiplos como el estadal o 12 pies y la legua que equivale a 20.000 pies o 6.666 varas. Las medidas de superficie son la aranzada, que abarca 20 estadales cuadrados, y la fanega de 24 estadales cuadrados.


Medidas y pesas de todas las provincias.
Gaceta de Madrid 28 de diciembre de 1852


  Edad Contemporánea


Libra de hierro de Burgos:
Alto 9 cm: base 3,9 x 3,9 cm
         En el S. XIX nuestros bisabuelos manejaron la escudilla, cierta medida de grano equivalente a la capacidad de una taza semiesférica de dicho nombre. La libra equivale a 460 gramos, casi el medio kilo o las 16 onzas que es lo que venía pesando una hogaza o pan. La onza son 16 adarmes o 287 decigramos. El peso que puede levantar un hombre robusto es un quintalequivale a 100 libras.

                    

        En 1849 las Cortes decretaron una nueva ley de Pesas y Medidas pero hasta 1875 no se adopta la convención del Sistema Métrico. El peso, como medida de masa, se calculaba en kilogramos. El grano se mide en fanegas y se trata de una medida de capacidad por un volumen. Un saco de trigo que se llevaba a moler venía a pesar ochenta y cinco kilogramos o dos fanegas, de la que el molinero se cobra la maquila, medio celemín por cada fanega, cuando recoge y suministra. Con la puñera se
sirven para cobrar la fracción de maquila, que es la tercera parte del celemín. La fanega como medida de superficie equivale a 64 áreas y 596 miliáreas. En la práctica, doce brazadas equivalen a un celemín.

        La unidad de medida para leña es el estéreo que viene a ser la madera que se puede apilar en el espacio de un metro cúbico. El machón es un quinto del metro cúbico de madera. En Palacios de la Sierra la asemejan a la proporción equivalente a 5 m de alto, 16 cm de ancho y 11,5 cm de grueso.
                                     
Romana para pesar


         La balanza por excelencia ha sido la romana, donde se pesaba cualquier mercancía, hasta un cordero vivo. Los aldeanos desconfían del parámetro ajeno y adquieren la mítica barra de hendiduras sobre la que arrastran las pesas colgantes para compensar el depósito colocado en el plato.





Recomendamos la novela histórica LA MEDIDA DEL MUNDO de Denis Guedj, la aventura, en plena Ilustración, que parte en París el 24 de junio de 1792 y que dura seis años con la intención de conocer la longitud exacta de un metro, la medida de todas las cosas.


Como ensayo  LAS MEDIDAS Y LOS HOMBRES. Wiltod Kula de la editorial SIGLO XXI
ISBN 9788432303685

         Durante el periodo jacobino, el sistema métrico se convirtió en objeto de orgullo nacional para la Francia revolucionaria, por constituir un don perfecto ofrecido a «todos los pueblos y todas las épocas». Hasta entonces, cualquier medida, incluso las que tenían la misma denominación –pie, arroba, codo…–, refería a distintos tamaños según el lugar y objeto de medición. El metro debía ser universal, el patrón con el que cualquier cosa debía ser medida, y, al igual que la libertad, fue llevado a todo el mundo en las puntas de las bayonetas, ya que la capacidad de conferir obligatoriedad a las medidas está ligada al poder. Las medidas y los hombres marca los hitos de la historia de los sistemas de medición, de los vínculos de éstos con el todo social del que surgen –y en cuyo marco adquieren sentido–. Toda medida, en tanto convención, ha de ser contemplada como expresión de las relaciones entre los hombres y, por ello, es fuente de conocimiento del campo de batalla donde se dirime la lucha entre los intereses de los campesinos y los señores, y de las asociaciones entre países y civilizaciones. La progresiva unificación metrológica a lo largo de los tiempos es indicativa de uno de los procesos históricos más importantes: el proceso de unificación de la humanidad bajo un mismo patrón. 
Traducción de Witold Kuss.





  Recomendamos visitar la entrada a nuestro post con el libro de donde sale esta relación de medidas de las cosas:


VIAJE AL CONDADO DE LARA





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