250 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO
200 AÑOS DE SU MUERTE
Juan Martín Díez, «el Empecinado» fue un mítico militar español al que no se le rinde justicia en la atención que merece por parte de los escritores. Los méritos de su figura se prestan a ser novelados y a una visualización épica para que renazcan sus hazañas gracias a la gran pantalla e incluso al cómic que le dieran a conocer a más públicos. Alguna serie ha incluido su figura sin el protagonismo de nuestro personaje. Conmemoramos el CCL Aniversario del nacimiento y el CC de su muerte y se puede corregir este vacío biográfico como con el libro que presentamos.
Portada de la reciente publicación |
Edición: Navarra, España, 2024. 1ª edición.
Idiomas: Español
Encuadernación: Rústica, tapa blanda con solapas.
Tamaño: 17 X 24 cm. 662 páginas.
ISBN: 9788412808667
P.V.P. 30,00 €
Prólogo del Excmo. Sr. Don César García del Castillo, general jefe de la Cuarta Subinspección General del Ejército.
Ilustrado con documentos y mapas de los campos de acción del Empecinado. |
La figura de Juan Martín Diez, el Empecinado gracias a la documentación inédita localizada por Miguel Ángel García García, tanto en archivos públicos como en colecciones privadas, constituye un riguroso seguimiento de su vida íntima o familiar y de su carrera militar.
Editorial Lira, 1985. |
Juan Martín Díez, llamado «el Empecinado» (Castrillo de Duero, 2 de septiembre de 1775 - Roa, 19 de agosto de 1825). Hijo de campesinos, Juan fue labrador, se alista en el ejército a los 16 años, primeramente, y a los 17 años como voluntario militar español. Destacó como guerrillero legendario y se constituye como una pesadilla para los franceses en la guerra de la Independencia donde pronto asciende es jefe de una partida de una docena de hombres conocida como los Descubridores de Castilla que interfería al ejército napoleónico, entorpeciendo las comunicaciones y la provisión de suministros en el partido de Aranda de Duero - Roa, Segovia, Ciudad Rodrigo - Salamanca. Llegó a tener a su mando 6000 Húsares de Guadalajara. Protegió la entrada a Madrid desde Alcalá de Henares, donde es considerado un héroe en la batalla del Zulema, dominando a un adversario con el doble de efectivos. Por ello la ciudad complutense le otorga el nombre a una calle y plaza donde se erige un monumento con su figura.
Acto homenaje a el Empecinado en Alcalá de Henares. La foto no aparece en el libro. |
Sus hazañas fueron relatadas por Benito Pérez Galdós en la novela Juan Martín El Empecinado (1874), que forma parte de los Episodios Nacionales y fue retratado por Francisco de Goya con gran maestría en 1809.
El Empecinado visto por Goya. Museo Nacional de Tokio |
El Empecinado tomó partido por los liberales y cumplido su trienio de gobierno se vio en la circunstancia de tener que huir a Portugal. A su regreso, entre engaños de Fernando VII que con la excusa de entrevistarse con él, le detiene en Olmos de Peñafiel, municipio natal paterno, y para humillarlo fue exhibido en Roa, enjaulado en los días de mercado, como si fuera una fiera apresada.
El extenso trabajo de Miguel Ángel García fluye con amenidad entre acontecimientos biográficos e históricos con los que conoceremos cómo eran las partidas de las juntas de defensa en la Guerra de Independencia a través de documentos y los comentarios de los personajes que rodearon a nuestro protagonista.
Representación de la batalla del Zulema (Alcalá de Henares). La foto no aparece en el libro. |
El Empecinado fue condenado a la horca en la Plaza Mayor de Roa. El alcalde Gregorio González llevó a cabo los preparativos de la ejecución y testigo de la misma nos cuenta en sus memorias lo que aconteció:
Cuando se dio cuenta de que lo iban a subir por la escalera del cadalso, dio tan fuerte golpe con las manos, que rompió las esposas. Se tiró sobre el ayudante del batallón para arrancarle la espada, que llegó a agarrar; pero no pudo quedarse con ella porque el ayudante no se intimidó y supo resistir. Trató de escapar entonces en dirección a la Colegiata y se metió entre las filas de los soldados.
La confusión fue terrible. Tocaban los tambores, corrían despavoridas las gentes sin armas y las autoridades; los sacerdotes y el verdugo se quedaron como paralizados...
Por fin, los voluntarios realistas pudieron sujetarlo y lo colocaron en el mismo sitio donde estaba cuando rompió las esposas, esto es, junto a la escalera de la horca.
Se dio la última orden y quedó colgado con tanta violencia que una de las alpargatas fue a parar a doscientos pasos de lejos, por encima de las gentes. Y se quedó al momento tan negro como un carbón.
Miguel Ángel García profundiza en la leyenda de Juan Martín, consignando cuándo registra el apodo de sus paisanos como empecinados, que adoptaría como título honorífico. El término empecinarse adquiere un valor en nuestra lengua a la altura de otros personajes de nuestra historia como Viriato o El Cid y dan a nuestra interpretación colectiva a palabras con el sentido de hacer frente en una defensa numantina. En la cuadrilla de Juan Martín Diez recorreremos en la obra el inicio de la Historia Contemporánea de España en la que El Empecinado se constituye en un protagonista de excepción.
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